‘Manuelito’ y su madrina de oro

La historia de cómo una funcionaria de la Policía Metropolitana de Popayán ubicó la familia de un abuelo sordomudo y discapacitado, luego de rescatarlo de las calles. Tras once años de estar lejos de sus seres queridos, el adulto mayor regresó al seno de su hogar.

Esta es una fotografía reciente de Manuel Hidalgo o Miguel Ángel, este es el momento cuando recibe la segunda prótesis en Pasto, Nariño; la misma fue enviada a su ángel protector, como forma de agradecimiento. / Suministrada – El Nuevo Liberal.

En las calles de Popayán germinan hermosas historias de solidaridad y entrega al prójimo, como en el caso de ‘Manuelito’ , un abuelo sordomudo que, sin una pierna, estaba abandonado a su suerte en las calles de la ciudad.
Sí, en esas condiciones fue encontrada esta persona, cuando la intendente de la Policía, Gladis Hidalgo, participaba en un operativo al occidente de la capital caucana. En medio de esta situación, a la central de radio de esta institución llegó el llamado de la comunidad sobre el caso.

La uniformada recibió la orden de atenderlo, pero lo que se encontró fue una triste escena que la convertiría en un ángel de la guarda, como dice la oración que practicamos ante de irnos a dormir. El adulto mayor era sordomudo y tenía amputado un pie, no se podía estar tan mal a una edad que se supone, es para estar en un hogar, y para completar, deambulando en las calles. Su rostro arrugado mostraba las secuelas de estar expuesto al sol y al frío, de dormir a la intemperie, de estar bastante tiempo en esta penosa situación.

“Así inició esta hermosa historia y me dediqué primero a ubicarle un hogar seguro, que era la urgencia que más apremiaba, entonces encontré el apoyo de la hermana Olinda en el Asilo San Vicente de Paul. Desde el día que lo llevé a este lugar, adquirí el compromiso de ser su madrina, quien se dedicaría a cuidarlo y de velar por su bienestar, pero también, de materializar cambios positivos en su vida, por eso el primer reto que me planteé como persona y funcionaria de la Policía, fue conseguirle la cédula ya que estaba indocumentado”, explica Gladis Hidalgo.

No era fácil enfrentarse a la tramitología propia de las entidades estatales encargadas de la materia, por eso con mucha paciencia, la uniformada empezó a cumplir cada requisito para este fin, un trabajo que llevó tiempo, mucho tiempo, incluso dinero.

“Como se dice popularmente, fue toda una odisea realizar las gestiones con la Defensoría del Pueblo, Medicina Legal y Registraduría para tramitar la cédula de ciudadanía, hasta que por fin se obtuvo este documento, y como no se tenía información contundente de quién se trataba esta persona, se plasmó con el nombre de Manuel Hidalgo. Realizado esto, me puse otro compromiso, conseguirle una prótesis, con el fin de mejorarle su condición física y emocional”, agrega la intendente.

“Ya habíamos perdido la esperanza de encontrarlo, pensábamos lo peor, pero qué alegría cuando vimos esas fotos que nos mostró el policía en la misa, para nosotros es un regalo de Dios”: Belarmina Martínez
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Entonces se dedicó a buscar el apoyo para la consecución de una prótesis y verlo caminar, correr y bailar, cosas que se hacen así se esté entrado en años. Contó, pues, con el apoyo de muchos amigos y varios compañeros de labores, quienes de manera desinteresada se metieron ‘la mano al dril’, contribuyendo así a la noble causa de Gladis. ‘Manuelito’, con señas o gestos, indicaba que quería bailar. Ahora, con la prótesis, lo pudo hacer, en medio de las actividades lúdicas que las religiosas realizaban en el Hogar San Vicente de Paul.

La comunidad religiosa del Asilo San Vicente de Paul brindó no solo un espacio a esta persona, también compartió asistencia psicológica y humanística.

Pero ya en este punto de la historia surgió un interrogante en la mente de Gladis: ¿‘Manuelito’ tenía familia? Aunque la respuesta que se daba era que debía tener seres queridos, el reto era muy grande, por el gran obstáculo a la hora de comunicarse con este abuelo. Además, no se tenía ni una pista para superar esta duda.
Como en estos momentos la Policía es una amplia institución, donde sus funcionarios, en su gran mayoría, ya cuentan con dispositivos móviles con acceso a las famosas redes sociales, esta funcionaria aplicó un sencillo plan de compartir la foto de ‘Manuelito’ entre sus compañeros, mensaje que llegó prácticamente a todos los rincones de Colombia. Por algo la Policía es Nacional.

Este es el momento cuando ‘Manuelito’ estrenó, bailando, la prótesis que recibió, mejorando así su vida.

Intendente Gladis Hidalgo.

“No fue un resultado que se dio de la noche a la mañana, en mis tiempos libres me dedicaba a indagar con los policías de estaciones o de los CAI, primero acá en Popayán, luego de los pueblos caucanos, después de departamentos vecinos como Valle y Nariño, era una labor de descarte, de encontrarse con un no a cada momento… la sorpresa que me dio esta tarea fue que unos policías, en ese trabajo social que siempre hacen, preguntaron a unos feligreses que asistían a una misa, en Tablón de Gómez, Nariño, si conocían al abuelo de la foto que mostraban… la respuesta llegó como un milagro de Dios, en medio de los asistentes apareció una mujer que manifestó ser su hermana”, explica Gladis, ahora que después de un año decide compartir esta historia, porque dice que “es mejor ayudar y mantenerse en el anonimato”.

La mujer era Belarmina, hermana del abuelo, quien llevaba alrededor de once años buscándolo, luego que en medio de un descuido, saliera de su casa en dicho municipio, y se montara en un bus de transporte intermunicipal.
“Como la casa está ubicada cerca a la carretera, al parecer mi hermano empezó a ponerle la mano a los buses que pasaban, porque veía que los demás hacian eso, en esas un conductor paró y él se subió, pero como no le cobraron en un principio, entonces cuando ese vehículo llegó a Buesaco, a él lo bajaron porque no pudieron, por obvias razones, tener la plata del pasaje, desde ese momento empezó a deambular, primero en ese pueblo, y luego al parecer en Pasto y después cogió otro bus hacia Popayán”, son las explicaciones que dio Belarmina Martínez cuando se comunicó, vía telefónica, con Gladis para confirmarle que su familiar estaba en óptimas condiciones, tras once años de un acompañamiento a ‘Manuelito’ o Miguel Ángel, como resultó llamarse en este punto de la historia.

Al día siguiente de la noticia del paradero de este abuelo, los hermanos viajaron a Popayán para el tan anhelado encuentro. Transcurrieron once años para este momento, y poder regresar a casa, de la mano de un ángel de la guarda, de esos que Dios ubica en la tierra para calmar sufrimientos, enfrentar problemas o superar esos momentos duros que la vida también tiene.
Y la escena del final feliz de esta historia tuvo lugar entonces en las instalaciones del asilo San Vicente de Paul, para el mes de mayo de 2016. María Belarmina Martínez Pinza y Florentino Martínez Pinza se encontraron con su hermano ‘Manuelito’ para emprender el regreso a la vereda Las Arada, Tablón de Gómez. Para la intendente Gladis Hidalgo fue culminar con su deber de velar, mucho más allá de su deber adquirido, por el bienestar y felicidad de un ciudadano, rescatándolo de la dureza de la calle.

La historia del ángel

“El deber no tiene que ser solo para cumplir, hay que trascender, ir más allá a la hora de ayudar al prójimo, hay que cambiar el mundo para mejorarlo y la mejor forma es trabajar por la comunidad y hacerlo de corazón”: intendente Gladis Hidalgo.

Pero quién es la intente Gladis Hidalgo Muñoz, el ángel guardián de esta historia. Se trata de una funcionaria con 21 años al servicio de la Policía y de los colombianos. Es oriunda de Mocoa, Putumayo. Ha laborado en municipios caucanos como Rosas y Miranda. Actualmente es la responsable del área de talento humano de la Estación Norte de la Metropolitana de Popayán.

Llevaba diez años portando el verde oliva cuando conoció a ‘Manuelito’ , es decir que prácticamente en medio de su trayectoria policial se hizo cargo de este adulto mayor, como si fuera su padre o abuelo. Esta mujer policía, además, tiene múltiples estudios en áreas de salud, ética y legislación indígena. “No quería contar la historia porque no es necesario mostrar el bien que hacemos al prójimo, es hacerlo ante Dios para que sea de su agrado”, dice Gladis Hidalgo.