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Fabrit Cruz
Redacción Fin de Semana
Andrea* duerme dentro de un cajón de madera. Afuera su madre y hermano, menor de edad, venden medias, en el centro de la ciudad. En uno de los operativos para la recuperar el espacio público por parte de la Policía, intentaron llevarse la caja de madera, cuando aún la pequeña navegaba entre sueños y el menor de edad termina golpeado.
Ese impase hizo que la pequeña de solo 9 años de edad no regresara a clase de música, en la institución educativa Niño Jesús de Praga, ubicada al sur occidente de Popayán. Días después, entregó una chocolatina vestida de azul que costaba 300 pesos a la profesora Leedys Garcés y contó lo sucedido. Esa fecha, Leedys la recuerda muy bien. Apenas se enteró de lo sucedido, llegó a casa, se botó en la cama y se soltó a llorar desconsolada.
Leedys Garcés es nacida en Neiva, Huila, tiene 27 años de edad pero desde que tenía 15 años tuvo claro lo que quería hacer en la vida. Para entonces, cogió una maleta, se despidió de Margot Peña, (la madre) y se enrutó a la capital del Cauca. No importó el reclamo de la mamá, pues ya se había ganado media beca para estudiar Contaduría. El Colegio Técnico Comercial, Santa Luisa de Marillac, en la Plata Huila, había otorgado esa oportunidad a la estudiante que durante su vida en la institución, alborotaba a los compañeros con una trompeta, en horas de descanso o cambio de cada clase.
El objetivo era claro en la Ciudad Blanca: estudiar una licenciatura en música en la Universidad del Cauca. Los instrumentos de percusión eran su delirio. Se presentó en más de dos oportunidades, la tercera fue la vencida. Ella dice que le costó el ingreso porque no canta ni en la ducha y la afinación era una de sus debilidades. Así que tomó clases particulares y lo superó. Hoy está en proceso de cierre.
Al principio fueron días difíciles. Ubicarse en las calles de paredes blancas y faroles, tan parecidas, le tomó un año. Siempre hizo el mismo recorrido de camino a la universidad. El dinero tampoco rendía y los compromisos de arrendo, textos, comida y transporte no daban espera. Así que terminó haciendo algo que nunca quiso; dar clases de música.
Primero fue el Museo Guillermo Valencia; lugar al cual asiste una vez a la semana desde hace 4 años para brindar orientación en instrumentos de percusión a niños de colegios públicos que ocupan los primeros puestos. Luego se vinculó a la Caja de Compensación Familiar del Cauca, Cauca, donde brinda clases de piano, guitarra y percusión a niños entre los 7 y 14 años de edad, en la institución educativa Niño Jesús de Praga.
La institución está ubicada en la comuna cinco al lado de asentamientos donde se presentan casos de maltrato familiar, consumo de sustancias psicoactivas, presencia de pandillas y asesinatos. Leedys cuenta que ese entorno hace que su labor sea cada vez más dispendiosa. Su reto es mostrar por medio de la música otra posibilidad de vida. Busca la sana convivencia, fortalece los valores humanos y pone a soñar en grande a los pequeños.
Lo primero que hizo cuando llegó al lugar fue enseñar música colombiana. Dejó a un lado a Jhonny Rivera y Maluma, y posicionó los porros y las cumbias. Es que para ella con Jhonny Rivera se tiene para que la mitad de los caucanos sean desafinados. Esa música le atrofia el oído a cualquiera. De esa manera, la línea popular y el reguetón fueron desplazados por la música latino- americana de Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú.
De otro lado, trata cambiar la forma en que los niños ven el mundo. Leedys afirma que ellos tienen una mirada muy agresiva como si todo fuera malo. A veces no los asombra que maten a una persona en la esquina a machete. Todo lo asumen como un comportamiento normal. Sin embargo, en los tres años de trabajo ya ha visto resultados. La técnica en los metalófonos, guitarra y piano los saca por un momento de ese entorno. Muchos niños llegan a clase a las 6 y 30 de la mañana, mucho antes de la hora de inicio.
Por estos días, Leedys ensaya más que de costumbre. Está afinando su estilo pues la espera una gira por cinco ciudades de Estados Unidos; gracias a la petición que hizo la banda de música latino-americana SURI a la cual pertenece desde hace dos años. Lo curioso es que será su primera gira y a la vez, su primera presentación con el grupo. Durante este tiempo ha grabado canciones y videos desde Colombia.
El viaje está programado entre el 22 de Julio y regresa el 12 de agosto para presentarse en Nueva York, Nueva Jersey, Virgina, Washington y Miami. Su única preocupación es que no habla inglés, no obstante, espera que el lenguaje de la música sirva como puente para la comunicación.
Ese mismo lenguaje que le ha permitido cambiar vidas en los más pequeños de la ciudad y ha generado un espacio para la esperanza. Un lenguaje que transforma corazones. Lenguaje de la música a través de un instrumento.
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