QUEIPO F.TIMANÁ V.
Las crisis económico-sociales afectan a todo el país, pero de manera diferente según el sector social, su castigo es mayor entre menos educación se tiene y se poseen menos recursos para enfrentarlas; cada crisis exige un tratamiento diferente, pero la experiencia cuenta, basta observar la presente crisis ocasionada por la pandemia, que obligó a la parálisis de la economía nacional y arrojó una pobreza extrema: 7.5 millones de personas, las cuales viven en tugurios con piso de tierra, paredes de resto de maderas, plástico, cartones, carecen de servicios sanitarios y acueducto, niños en edad escolar que no pueden enviarlos a la escuela, una sola persona con no más de dos años de educación primaria sostiene el resto de familia.
Esta cruda realidad es más aguda al saber que 2.8 millones de personas cayeron de la pobreza a la miseria, este es el mayor reto, por cuanto esta gente sufre diariamente de hambre, desempleo y frio.
En el manejo económico del país nos ha faltado proyectarnos en el largo plazo e impulsar las transformaciones con suficiente antelación, nos confiamos en la venta de materias primas a países desarrollados quienes tienen el capital, la tecnología para agregar el plus que da valor a esa materia prima, esto nos pasa con el petróleo cuyos cálculos no son halagüeños de reserva y extracción, el café pasa por un buen momento, pero esta felicidad es coyuntural, el carbón tan pronto lo encontramos surge la crisis climática que condena su uso por la contaminación que genera, los otros renglones como las flores son proyectos en desarrollo.
Colombia, además de tener una ubicación estratégica, privilegiada con acceso a dos mares Caribe y Pacífico, tiene los elementos que el mundo demanda en el presente y crecerán en el futuro, agua, gente, tierra, sol en todo el territorio y genética, la necesidad del mundo es poder comer sano y Colombia puede atender dicha demanda si le apuesta a ese escenario de manera planificada a largo plazo, la consigna del país debería ser producir, tecnificar sus cultivos, especializarse, ser capaz de estudiar nichos de mercado, productos de mayor demanda, expertos en mercadeo y comercio exterior.
Igualmente se requieren profesionales expertos en la buena mesa y cata de café, esta es una exigencia de la estrategia de turismo, conocer y saber preparar comida internacional y de preferencia comida criolla, ojalá fuésemos capaces de crear un patrón nacional de comida criolla que podamos ofrecer en el mundo, mediante cadenas de restaurantes.
Este desarrollo solo será posible si somos capaces de generar las condiciones para lograrlo, como son una digitalización generalizada, garantizar una protección social y una sostenibilidad ambiental.
Vamos a necesitar inversión extranjera que apoye estas iniciativas, pero en el Cauca tenemos una falencia grave que se llama inseguridad, la voz de todos debe ser seguridad.
Colombia trazó una ambiciosa agenda de competitividad de largo plazo, cuyo enfoque abarcaba esencialmente educación, infraestructura, diversificación y especialización del aparato productivo, también se tuvo presente una mayor apertura económica al mercado internacional, pero este programa se desvaneció prontamente, por cuanto era más fácil la situación de confort tradicional que entender nuevas rutas que exigen riesgo, aprendizaje y agallas.
Las instituciones de educación del departamento deben informar que la tradicional manía de presentar hojas de vida, no va a funcionar en adelante, que el reto presente y futuro es cuántos emprendimientos acompañados de innovación ha desarrollado y ha arriesgado, que el sector empresarial y el sector financiero con intermediación del Estado los apoyarán.
Las enseñanzas son volver a crear las condiciones de infraestructura, financiación y cuerpo científico para que siga investigando sobre vacunas para próximas epidemias, que se piense en el largo plazo y que se prevea con antelación la protección del pueblo.