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    Las condiciones de la pos-cuarentena

    MIGUEL CERÓN HURTADO

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    Sobre lo que vendrá después de superada la crisis actual, nada está escrito y, considerando la multiplicidad de conceptos, informaciones, noticias, análisis y especulaciones que se hacen, lo único claro es que el mundo no será igual al que existía al comenzar este año. No se sabe a ciencia cierta la causa de la pandemia, si fue circunstancial o fue inducida obedeciendo intereses creados, pero sus impactos han sido tan fuertes que aunque desapareciera hoy totalmente, ya los efectos en la vida económica y social no tienen reversa.

    No se sabe tampoco cuántos morirán durante el período, que deseamos no sean tantos, pero la población que permanezca viva tendrá que adoptar nuevos patrones de conducta humana en al marco del conglomerado social, ya sea porque las circunstancias lo exigen o porque los traumas mentales generados por la pandemia así lo obliguen. Además, el ordenamiento económico no podrá ser el mismo, ya que algunos sectores antes boyantes, luego sufrirán el decaimiento. El sector de turismo y recreación, por ejemplo, desde ya está muy afectado y también los grandes grupos de poder como los petroleros y los fondos de inversión que navegan en el mercado de capitales, que tardará muchos años en volver a tener la dinámica que traían en esta década que está terminando.

    Pero lo más relevante para reflexionar en el medio regional y local, es lo relacionado con la vida comunitaria, con las costumbres y tradiciones aglutinadas en el contexto de la cultura territorial, donde radica gran parte de la vida cotidiana. Los cambios derivados del aislamiento y la connotación que ha tomado la tecnología, seguramente dejarán sembrados hacia el futuro, nuevas prácticas y patrones de conducta que condicionarán los estilos de vida y los satisfactores de las tradicionales necesidades humanas.

    Por supuesto, muchas dudas, expectativas, interrogantes y preocupaciones surgen con este maremágnum de fenómenos, pero hay uno que se reviste de especial trascendencia: qué van a hacer los alcaldes, quienes, en su mayoría, invirtieron varios millones de pesos para hacerse elegir, porque no los eligieron por voluntad popular, que presentaron un programa de gobierno basado en la situación del territorio que se vivía el año pasado y que ahora deben formular el plan de desarrollo en concordancia con dicho programa, con el agravante de la interferencia abusiva del DNP con el tal Kit Territorial, que lesiona la autonomía municipal consagrada en la Constitución.

    Aún está por aprobarse el plan cuyo plazo vence el 31 de mayo, pero dónde está el paradigma que oriente a los concejos sobre el enfoque que debe tener dicho instrumento de gestión territorial bajo condiciones de pandemia y lo que seguirá durante este año y los tres siguientes?? No existen antecedentes que brinden conocimientos para guiar la agenda de gobierno, ni teorías, ni modelos para el efecto, ni en el nivel territorial ni, mucho menos, en el nivel nacional que por lo general no conoce el país.

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    Lo que sí se sabe, es que la gestión pública territorial tiene gran responsabilidad en la conducción de las comunidades en este momento de desconcierto y confusión, para evitar el desborde de las expresiones populares y, sobre todo, para canalizar procesos de construcción de futuro de manera pertinente, pragmática y flexible, donde habrá mecanismos novedosos para diseñar acciones económicas y sociales, pero sobre todo para controlar los fenómenos emocionales que sin duda, van a interferir las políticas públicas de salud mental y demás factores que con seguridad intervendrán en las condiciones de la pos-cuarentena.