CLARA INÉS CHAVES R.
Exdiplomática y escritora.
Regresando a Bélgica hubo dos hechos que me llamaron la atención: El primero de ellos es la solidaridad de los belgas para con las víctimas de las inundaciones que se dieron a causa del cambio climático y que produjeron el desbordamiento de algunos ríos.
Lo que se destacó no solamente fue la solidaridad de la sociedad civil para con sus connacionales en desgracia, sino la actitud de las empresas de servicios públicos que decidieron que los damnificados de esta tragedia natural no pagaran las facturas respectivas. Además de ahora en adelante, los recibos de cobro se pagarán teniendo en cuenta el del año anterior, de tal manera que se escogerá el que tenga el menor consumo para su correspondiente pago.
La solidaridad es uno de los valores que los colombianos como nación debemos rescatar, así como la verdadera razón de ser de las empresas estatales o mixtas que prestan los servicios públicos en representación del Estado, pues no hay que olvidar que esta obligación está a cargo del establecimiento.
El segundo, fue la noticia que se conoció por el canal RTL Info el pasado 29 de julio sobre la producción del gas carbónico que está produciendo la Amazonia a causa de la deforestación, cuando esta región se conoce como el pulmón del mundo y el planeta reposa sus esperanzas de vida en esta zona.
Los países que comparten la Amazonía han asumido con gran irresponsabilidad e indiferencia el cambio climático. A su vez, las grandes potencias se han hecho los de la vista gorda en la creación y ejecución de sus políticas públicas para disminuir la emisión de gas carbónico. Como están las cosas, ya estamos necesitando de otro planeta para sobrevivir, y dentro de poco demandaremos cuatro más.
Todo lo anterior me lleva a concluir que en el mundo actual la solidaridad como la cooperación son algunos de los valores que requerimos no solo para poder enfrentar los nuevos desafíos que se vienen presentando, sino la manera cómo podemos recuperar la cohesión social y la gobernabilidad.