FRANKLIN MOSQUERA PIZZO
“Hay un límite en la cantidad de dinero que alguien puede gastar y, creemos que después de cierto punto, la riqueza adicional no trae felicidad ni utilidad adicionales”, con este aforismo hecho por el colombiano Juan David Vélez, CEO de NUbank, el banco digital mas grande del mundo, quien hace poco anuncio que donara parte de su fortuna 5.200 millones de dólares aproximadamente para obras sociales, he querido iniciar esta oportuna reflexión en el tiempo actual, especialmente cuando el sistema hegemónico ha desnudado sus fragilidades y puesto en tensión los fundamentos relacionados con el crecimiento económico y el desarrollo humano.
A pesar de que no existe una acepción única del término riqueza, si, desde tiempos remotos el sistema vigente nos ha hecho creer que la riqueza es exclusivamente la acumulación de bienes, la opulencia, la avaricia o una categoría económica como la única forma de relación existente del hombre con el mundo, pues bien, el significado de riqueza se determina por oposición a su contrario, es decir la pobreza, y esta oposición nos viene muy bien, ya que quizás sea cierto que hay más pobres que ricos, o al menos que la pobreza es más inmediata como experiencia que la riqueza, una buena definición estaría dada como la superación de la pobreza, entendiendo a esta como una etapa inmadura de la misma riqueza, sin embargo para enfocar esta breve reflexión es importante entender a la riqueza como un estado de libertad frente a las tensiones o vicisitudes que puede presentar el entorno, es decir los obstáculos a los que se enfrenta el ser humano desde su nacimiento. La primera experiencia del ser humano cuando llega al mundo es la incapacidad respecto a la satisfacción de sus propias necesidades, un bebe no se vale por sí solo, sin embargo a través del llanto logra comunicarse para gestionar y satisfacer sus propias necesidades, el ser humano ante la hostilidad del entorno antes de adaptarse a las condiciones presentes, contrario a otros seres vivos, modifica tales condiciones convirtiéndolas en el reflejo de su propia dinámica, la riqueza está dada entonces, en la capacidad del individuo de transformar los “obstáculos “ en medios para su propio desarrollo, tal propósito solo es posible lograrlo a través del trabajo, este entendido como un ejercicio de apropiación, de conquista, de laboriosidad, resultado del propio esfuerzo. El trabajo es el medio por el que el hombre transforma la naturaleza en su mundo. Es pues, el principio de toda riqueza. (Hegel).
Ahora bien, el ser rico pierde todo sentido al querer serlo más, esto ha sido posiblemente experimentado por algunos multimillonarios del mundo quienes están donando parte de su riqueza a causas sociales, a través de la iniciativa The Giving Pledge, creada por los millonarios y filántropos Warren Buffet y Bill Gates a la que se ha unido el colombiano Juan David Vélez, de no ser así el rico se convertiría en esclavo de su propia riqueza perdiendo la libertad que esta misma le ha otorgado, este corre el riesgo de caer en la avaricia, o sea en la obsesión por el ahorro, por la inversión, por acumular, poniendo la riqueza como medio en sí misma, demostrando que esta no es sino el instrumento para mantener lejos una pobreza por la que se siente amenazado y sin darse cuenta la exterioriza en su propia conducta.
Cuantos no conocemos que han utilizado los medios de una manera adecuada para lograr la riqueza, pero muchos que se reconocen como ricos realmente siguen estando en un estado de pobreza observable a partir de sus comportamientos y conductas, pareciera que tal relación con el mundo a través del trabajo hubiera sido algo impuesto y deshonroso. Por tanto, la verdadera riqueza se refleja en una armonía interna del individuo consigo mismo y con el entorno, en la obra realizada a partir de su esfuerzo y en la trascendencia que pueda generar. Estos multimillonarios del mundo posiblemente han creado conciencia de la esencia de la verdadera riqueza, pareciera que está alrededor de la solidaridad.