RODRIGO SOLARTE
Contrasta el título de esta columna, con los propósitos de la misma en este período electoral de tanta responsabilidad de ciudadanas y ciudadanos con la historia planetaria y humana que transcurre.
La convergencia de crisis múltiples, requieren propósitos colectivos a corto, mediano y largo tiempo, tanto individuales como familiares, grupales, colectivos, con el campo, las ciudades, y la biodiversidad que exista.
En tales contextos continuarán gestándose, naciendo, creciendo y desarrollándose la infancia, genéticamente humanos y diferenciación progresiva que los adultos decidan, consciente, inconsciente, democrática o autoritariamente.
La infancia mayoritaria ha sufrido los avatares de la historia que los adultos con poderes económicos, sociales, culturales y políticos, han decidido en las diferentes épocas.
Las decisiones que hemos tomado, tomamos y tomemos para ambientar y caminar como sociedad hacia un futuro promisorio para las actuales y siguientes generaciones, en las cuales ellos mismos participarán de alguna manera, trascenderán intereses que poco los han tenido en cuenta, entre otras razones, por el escaso conocimiento formal sobre nosotros mismos, pese a los innegables progresos científicos y tecnológicos sobre las enfermedades que nos afectan como terrícolas y humanidad en su conjunto.
Los maltratos e irrespeto a la naturaleza como a nuestros semejantes, atentando contra la vida integralmente concebida, por diferentes vías, experiencias, y consecuencias, se han clarificado en estos años de Pandemia Covid-19, llegándose a lo estructural de sus causas, las mismas que nos tienen en la búsqueda de alternativas, para mejorar el pronóstico con las actuales y siguientes generaciones.
La vida, desde su gestación, nos sensibiliza a todos los humanos. La deshumanización de algunos humanos se ha gestado desde esos maltratos crónicos que desembocaron en violencias, guerras fratricidas, hambre y abandono.
Estructuralmente desde el patriarcado, el colonialismo, y el convertir la vida en objeto de compra y venta como cualquier cosa de consumo, valores que persisten en este período del capitalismo salvaje de esta etapa Neoliberal que privatiza lo esencial para la reproducción, conservación y desarrollo de la vida, resumen las crisis múltiples acumuladas por abordar, entendiéndolas desde lo individual y la vereda, hasta lo colectivo y territorial.
Hay suficiente información sobre la importancia de que la futura madre y padre, lleguen en las mejores condiciones físicas y emocionales al embarazo que han decidido.
Las experiencias vividas en las guerras y pandemias, continúan enseñándonos sobre lo complejo de la vida integral en el planeta tierra, y lo difícil que la hemos vuelto nosotros mismos, dependiendo en gran medida de los poderes sobre comunidades y sociedades de unos sobre los demás, argumentando esa minoría, pronósticos de eternidad, pese a la finitud de la existencia humana.
La filosofía popular contextualizada, es accesible a todo entendedor sensible al otro SER HUMANO que también construye historia con su experiencia e información y conocimientos compartidos a través del diálogo.
La siembra ancestral aprendida de la Madre tierra con sus semillas permanentes de vida, lleva un ejemplar mensaje a los victimarios de tantos líderes y lideresas asesinados, incluyendo niñas, niños, adolescentes y jóvenes, hijos de su historia y tiempo que vivimos.
Mujeres y hombres impregnemos nuestras conciencias con mensajes tan claros y contundentes como el NO PARIR MAS HIJOS PARA LA GUERRA, expresado desde décadas atrás y tan vigente, por LA RUTA PACIFICA DE MUJERES desde El Cauca para Colombia y el mundo.
Desde el PROCESO CONSTRUCTO DE SOLIDARIDAD CON NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES, promocionado desde hace dos décadas por Ciencias de la Salud y de la Educación de nuestra Universidad del Cauca, hemos compartido el mensaje tan vigente de UNICEF,’’ LOS NIÑOS NO VOTAN, VOTEMOS POR ELLOS’’.
Lo asumimos como un PACTO HISTORICO a cumplir.