JORGE ELIÉCER ORTIZ FERNÁNDEZ
Antes de entrar en materia respecto a lo que viene sucediendo con la vía panamericana, respecto al estado de abandono que se evidencia por el paso de la vía; arteria vial que comunica al departamento del Cauca con el departamento del Valle y de Nariño, digamos, que este es un tramo de la llamada troncal de occidente, numerada con el tramo o código 2504 la cual es testigo del alto flujo vehicular en ambos sentidos, que atraviesa medio país, iniciando desde el municipio de Ipiales, para finalmente llegar al Distrito de Barranquilla, después de dejar atrás 2.294,19 km aproximadamente.
Con estos antecedentes, cómo se puede explicar, que a expensas de unas movilizaciones ciudadanas, se ponga en grave riesgo la estabilidad de una infraestructura carreteable, que brinda a un centenar de pequeños y medianos empresarios la posibilidad que muevan sus productos, llevándolos al aeropuerto y puerto fluvial del vecino departamento; hacemos referencia a las movilizaciones ciudadanas, en atención, a que fruto de ellas, que ocurrieron, hace poco menos de un año, se haya suspendido el funcionamiento del peaje ubicado en el municipio de Tunia, el cual, estaba dentro de las concesiones utilizadas por el ministerio de transporte, cuyo fin fundamental, es precisamente, el de cuidar la estabilidad de este corredor vial. Ahora, como hace mucho tiempo no se observaba, la panamericana, en su trayecto Popayán – Piendamo, registra su más alto desgaste en su carpeta asfáltica, evidenciando, su precario mantenimiento por el concesionario, que ya no existe.
No alcanzo a dimensionar, si dentro de los acuerdos que se suscribieron con las autoridades indígenas y campesinas del departamento, con los representantes del gobierno nacional, quedó la abolición permanente del peaje, que entre otras cosas, los usuarios de la vía, pagábamos con agrado, pues era permanente observar, las cuadrillas de trabajadores que operaban para brindar, un paso seguro y ágil, así no tuviésemos aun la doble calzada, pero hoy, además, de afrontar el pesado tráfico vehicular, nos enfrentamos al paso de la vía, con el permanente esguince de los forámenes que se están presentando, colocando en grave riesgo la transitabilidad, incrementando considerablemente los índices de accidentes, que cobran vida de los y las colombianas; por lo tanto es menester exigirle al estado, que brinde las garantías necesarias para quienes tienen la tarea diaria de transitar por las vías del país, y que aportan al desarrollo del mismo, dígase, las tracto mulas que conducen parte de la economía del país en sus conteiner y que decir a los que mueven la economía sin chimeneas del turismo.
Corresponde entonces, hacer frente común, a las autoridades departamentales de Nariño, Cauca y Valle, para que en temas de infraestructura vial, el occidente tenga una mirada de activación en todos los sectores, por parte del gobierno nacional de turno; para el departamento del Cauca le queda un saldo rojo protuberante en materia de ejecuciones por parte de la cartera ministerial de transporte con la construcción de la doble calzada Popayán – Cali; y claro, el esfuerzo y el buen propósito en favor de los y la caucanas, debe ser de doble vía, de ahí, que con voz alta debemos exigir a las comunidades que se movilizan exigiendo sus derechos, que va siendo hora, de buscar otros mecanismos coercitivos para hacerse escuchar, no puede ser a costa del endémico desarrollo del departamento, lesionando lo poco que tenemos en vías y los muy escasos empresarios que aún creen en la región.