La nación del arco iris   

ROBERTO RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ

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Si imagináramos poder hablar con Mandela sobre asuntos de paz, mediante el artilugio mágico que Usted se imagine, seguramente lo notaríamos preocupado por su seguridad en Colombia. Qué diría el líder surafricano de la paz territorial entre nosotros?

Notaría fácilmente que subsisten las violencias políticas, a pesar de haberse firmado el mejor acuerdo de paz. Es precisamente –diría- por no cumplir los Acuerdos que se continúa con los vacíos de Estado en las regiones, los que lógicamente son aprovechados por las delincuencias y disidencias para establecer sus controles militaristas en los territorios. Así nunca van a construir la paz.

Claro, pensaría, la paz que firmaron debió oscilar entre la búsqueda de mejores condiciones para el trámite de los negocios, y las preocupaciones por solucionar algunos de los mas acuciantes problemas sociales. Es decir, si los gobiernos optaron por el primer enfoque, claramente las comunidades regionales escogieron el segundo, y hoy uno y otro se han convertido en visiones excluyentes. Así nunca van a construir la paz.

En los años 80 del siglo anterior, la Suráfrica debió convertirse en una nación multicolor, “la nación del arco iris”, con la inclusión social de todos, sobre todo de las grandes mayorías negras históricamente criminalizadas. Pero si allá se pudo superar semejante conflicto racial, pensaría el Nóbel de Paz, cómo es que los colombianos no van a poder resolver problemas alrededor de la propiedad de la tierra o de la explotación de los recursos naturales? Algún colombiano le diría, “Señor Mandela, no olvide los problemas de narcotráfico y de las economías ilegales, sobre todo en el Sur-occidente”. Claro, asuntos muy difíciles, como todos los de la paz, pero, para todo ello se establecieron iniciativas en el Acuerdo de Paz, pero, obvio, si no se respeta lo firmado sobre todo en las regiones, así nunca van a construir la paz.

Pensaría además, que si se mata a los líderes sociales y a los defensores de los derechos humanos y de la paz, de qué se está hablando? En Suráfrica todo debieron aceptar unas realidades precarias para que hubiese convivencia –en medio de grandes recursos, pero apropiados por unos cuantos-, pero las grandes mayorías pudieron apropiarse de sus culturas y vivirlas orgullosamente; claro, ahora buscan construir un mejor futuro en medio de muchas dificultades y conflictos, pero pudieron vivir, no como acá en la que “la paz les está costando la vida”.

El Congreso Nacional Africano y su brazo armado, tal como las Farc, llegó a Acuerdos de Paz sobre la base de aceptar la institucionalidad y sus modelos económico y político, claro, persiguiendo conquistas democráticas en varios temas. En estos escenarios es lógico que existan conflictos y divisiones sociales, y aún entre los actores que una vez se enfrentaron, y es esperable que se continúen muchas desigualdades socioeconómicas. Todo lo que se haga o no se haga será criticado, básicamente por los retrasos y errores en los que se incurra.

Es decir, diría Mandela, el pasado no se ha acabado, ni en Suráfrica ni en Colombia, solo se han transformado las violencias políticas, hay otros actores armados, tensiones y problemas en las cotidianidades regionales. Y frente a ellas deberían reaccionar los gobiernos, porque si no lo hacen procederán las acciones comunitarias. Pero, de todas maneras, habrá soluciones propias para los problemas propios, aquí y allá.