JENIFER VANESSA SARRIA SIERRA
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida como los mormones, es otra corriente religiosa del cristianismo que fue fundada, en 1830, por el estadounidense Joseph Smith. Él tuvo una revelación del ángel Moroni, quien le dijo que era el elegido para traducir el Libro de Mormón y formar la comunidad de la Nueva Jerusalén.
Alrededor de 1977, la comunidad de los mormones comenzó a conocerse en Popayán, a partir de la misión de Bogotá, por el norte, y de la misión de Quito, por el sur. Esta última abrió directamente las puertas para la entrada de los mormones a Cali, en especial a Versalles, donde se fundó la primera capilla en este país.
El evangelio de los mormones fue traído por dos misioneros estadounidenses, los cuales iniciaron las actividades pertenecientes a esta Iglesia.
En Popayán esta comunidad religiosa da su preámbulo en El Morro, donde se ofrece una oración a la ciudad. La señora Irene Muñoz de Hurtado fue quien facilitó su casa a las misiones para que pasaran su estadía de manera cómoda, donde las conversaciones no se hicieron esperar. Después de varias horas de tertulia y de compartir experiencias, decidió bautizarse como mormona.
Todo iba muy bien para ella y la comunidad religiosa, hasta que el arzobispo de la ciudad se dio cuenta de que Irene —quien en algún momento fue parte de sus ayudantes— había tomado un camino espiritual diferente al que se concibe como el correcto comúnmente. Aun así y a pesar de los comentarios, ella no se echó para atrás y tras extenuantes explicaciones dadas al prelado, la marea religiosa se apaciguó.
Los mormones tuvieron varias sedes durante su establecimiento en Popayán: primero estuvieron cerca al Reloj de Sol, en una casa arrendada; luego se trasladaron al barrio Modelo y, al final, lograron construir como sede propia la capilla que se encuentra en el barrio El Recuerdo. Allí se albergaron las primeras ramas. La construcción de dicha sede afrontó infinidad de dificultades, debido a que la comunidad payanesa se caracterizaba por ser en su mayoría católica y, en consecuencia, se negaba a conocer y compartir el nuevo evangelio que empezaba a difundirse en la ciudad.
Tanto fue el descontento de los católicos por los mormones que, en su tiempo, se emitió un comunicado prohibiendo la construcción de la capilla de El Recuerdo, bajo la justificación de que el camino de Dios es católico y punto (¡que tire la primera piedra…!). No obstante, a pesar de que la obra se detuvo por un tiempo, los trabajos se reanudaron, contra todo pronóstico, cuando llegó el arquitecto encargado.
Se dice que en las puertas de las parroquias católicas se repartían panfletos en los que se discriminaba a la comunidad mormona, tachándolos de secta o clan con intenciones maliciosas. Quienes se consideraban católicos de bien, debían entonces alejarse de estas personas y de sus creencias, ya que el castigo era el rechazo por parte de la sociedad.
Sin embargo, para muchas personas estos folletos y volantes no fueron impedimento y decidieron entrar y conocer el evangelio de Mormón. Descubrieron así que sus seguidores no eran malas personas, como se decía en las calles, y que podían aprender de ellos muchas cosas buenas, como su capacidad de ahorro, la distribución del dinero, la anticipación a las calamidades y la formación educativa, entre muchas otras.
Luego se creó la capilla del barrio Las Américas, quedando constituidas, en su momento, dos ramas de la comunidad en Popayán. Con el paso del tiempo se crearon seis ramas más, de las que actualmente se conservan cinco. Ellas también tuvieron múltiples dificultades para lograr la construcción de sus sedes, a pesar de que se tuvieran todos los documentos en regla.
Los mormones no son muy conocidos en la ciudad, pero, cuando llegas a entablar una conversación con ellos, son como cualquier otra persona, con virtudes y errores. Siempre están abiertos a escuchar y sobre todo a ser escuchados, tanto personal como espiritualmente. Las puertas de su iglesia siempre están abiertas, ya que dentro de sus principios no está contemplado rechazar a las personas por el credo que tengan.
Y por favor, no cometan el error que yo cometí cuando conocí a una mormona: no los inviten a tomar café, pueden pasar una verdadera vergüenza.