FRANKLIN MOSQUERA PIZO
Profesor universitario
A raíz del sensible fallecimiento del empresario Guillermo Fernández, acaecido hace pocos días, recordé que años atrás me entreviste con él en el desarrollo de una actividad de carácter investigativo universitario, en donde se pretendía realizar historias de vida del empresariado caucano, para encontrar el perfil de los empresarios exitosos, para que puedan servir a los nuevos y futuros emprendedores. Desafortunadamente dicho proyecto no llego a feliz término debido a que la directora y compañera de trabajo lamentablemente falleció, corría el año 2016. Ausculté mis archivos y decidí realizar esta breve nota para rendir un homenaje póstumo a estos dos amigos que no están con nosotros pero que con sus ejemplos de vida nos acompañan desde la eternidad y sobre quienes tengo profundos sentimientos de gratitud.
Don Guillermo Fernández de origen antioqueño y como la mayoría de familias tradicionales paisas numerosa, conformada por sus padres comerciantes y seis hermanos quienes emigraron de Santa Rosa de Osos, un pequeño y frio municipio localizado al norte del departamento de Antioquia, y se radicaron en la ciudad de Popayán, no sin antes haber hecho empresa en Caicedonia y Palmira en el Valle del Cauca.
Una de las mayores motivaciones de los padres por llegar a la ciudad blanca estaba relacionada con brindar mejor educación a sus hijos y verlos desarrollarse profesionalmente, por aquella época Popayán se concebía como ciudad culta y cuna del conocimiento; Don Guillermo estudio en el colegio Champagnat de los hermanos maristas, en su tiempo libre colaboraba con las labores varias de un granero propiedad de su familia, finalizó el bachillerato a los 18 años y ya había tomado la decisión de dedicarse a los negocios, dejando de lado los anhelos de convertirse en un profesional, para él los conocimientos adquiridos ya eran suficientes para empezar, por tanto con el apoyo de su padre administra las estaciones de gasolina en la ciudad de Cali y posteriormente de Popayán en donde finalmente se radica.
Corría la década de los 60´s, en su época juvenil practicó el canto, perteneció a grupos musicales y conformó su propio trio denominado “Trio los amantes” con el que generaba ingresos dando serenatas y haciendo presentaciones. Educado en principios y valores transmitidos por sus padres y abuelos, con la convicción del arduo trabajo como norma para salir adelante, don Guillermo fue un trabajador incansable, privilegió las relaciones personales, el respeto y el buen manejo de las relaciones personales y empresariales con los clientes como factor clave del éxito, incursionó en negocios de propiedad raíz, en compra y venta de vehículos, en venta de llantas y negocios adicionales, también en el sector agropecuario, en el transporte de carga interdepartamental y urbano, hotelería , entre otros.
Para él su fórmula emprendedora es simple: “Comenzar casi de cero y manejando los pasivos con prudencia, crecer con el don de la paciencia, lentamente y sin afán, reinvertir las utilidades en la misma empresa, no extraerlas en otros conceptos o actividades que uno desconoce y ahí es donde lo pueden llevar al fracaso, lo otro es aprender a manejar y a administrar los recursos que genera la empresa, para no dejar que otros le manejen el capital, yo creo que todo empresario que ha sido capaz de hacer un patrimonio también debe estar preparado y crecer al ritmo de la empresa para manejarlo, porque me parece muy triste que tenga que delegar a un tercero para que le administren el capital que él sabiamente y con esfuerzo supo adquirir”.
Finalmente, afirma que son las escuelas de formación quienes tienen la labor de descubrir, cultivar, potencializar y motivar el emprendimiento para generar desarrollo económico en la región.
Adiós al hombre, al amigo y al empresario que dejó su impronta en el devenir económico de nuestra región, que su legado perdure por siempre.