ÁLVARO JESÚS URBANO ROJAS
La amistad con Guillermo Alberto González Mosquera la heredé de mi abuelo, cuando desde su sapiencia como campesino y ganadero, estimula la iniciativa de jóvenes veraneantes que en los meses de junio a agosto visitaban la paradisiaca y deliciosa región del Valle de Paletará y los picos de los Coconucos. Nuestras familias se conocieron cuando don Alejandro González Palacios a finales de los 40, mi abuelo le alquiló una casa, para alojarse y menguar sus afectaciones por fiebres palúdicas cogidas en el ardiente Patía. Por aquellas épocas llegaron a Coconuco a darse una cura en las gélidas aguas paramunas, donde además el clima frio y sus aguas termales eran el mejor remedio para convalecer del mal. Don Alejandro ocupó casi por un mes una casa en el centro del pueblo y llevó a su familia a pasar por un régimen de batallón, con levantada a las cinco de la madrugada, baño en las aguas heladas de la quebrada San Andrés, paseos diarios por las regiones vecinas y una alimentación a prueba de soldados, a los pocos días el patriarca estaba con las fuerzas recobradas y una salud lista para volver a sus faenas de colono en el sur del Cauca.
Fueron varias las tertulias en la Hacienda del General Mosquera, como admiradores y aprendices de la tarea agropecuaria que Juan Cristóbal Mosquera desarrollaba con su plantel único de Holstein, que llegó a ser el mejor del Cauca. También por motivos políticos durante las épocas en que dedicado a este oficio o en los cargos públicos que desempeñó en varias oportunidades visitó la población en la segunda mitad del Siglo XX.
Recuerdo a Guillermo Alberto, como un buen amigo y mentor, de quien aprendí de sus consejos y escritos inspiradores y fue él quien me honró con el prólogo de mi libro: Puracé Coconuco Crónicas Mitos y Leyendas.
Su hogar fue un ejemplo de familia amorosa y cálida para su amigos y seguidores, con su admirable y bella María Teresa Ayerbe, sus hijos, Juan Manuel, Enrique, Luisa y Natalia, fruto de ese hogar ejemplar donde las virtudes eran el nicho natural de hombre público. amable, respetuoso, culto y visionario.
Su periplo vital fue prolifero desde la época de estudiante, cuando lideró el movimiento contra la dictadura del General Rojas Pinilla, por su prematura brillantes, Decano de la facultad de Ingeniería civil, fue el rector más joven de la Universidad del Cauca, alcalde de Popayán, miembro del Concejo Municipal, viceministro de Educación, ministro de Trabajo y Defensa, y diplomático de Colombia en Brasil, de la ONU en Ginebra (Suiza) y en Venezuela, congresista y gobernador del Cauca.
Con Guillermo Alberto González, aprendí de cultura y fue un adalid de las artes y las letras en el departamento del Cauca. Ante todo, un intelectual que trasegó la política, cunando este oficio era una expresión del servicio a la comunidad. Gestor de la Biblioteca de Autores Caucanos, se publicaron catorce tomos con lo mejor de las letras caucanas, imprimiendo 14.000 ejemplares delicadamente elaborados que hoy reposan en los anaqueles de las bibliotecas de colegios y escuelas del Cauca, promoviendo y dando a conocer los escritores y poetas de la región.
Respaldó proyectos en formato de cine y televisión de la historia del Cauca en los siglos XIX y XX. Documentales como: “Relatos de Azufre y fuego: la mina de Puracé”, “El molino de Moscopán”, “Atardecer tras las ventas del Liceo” y “Encuentros a la Sombra de la plaza”, producciones audiovisuales realizadas con talento caucano, difundidas a través de medios de comunicación regionales en formato digital. Como director del Periódico El Liberal, me dio la oportunidad de escribir como columnista semanal aprendiendo de su pensamiento demócrata de estirpe liberal, hicimos parte del Nuevo Liberalismos impulsando en el Cauca las ideas del Inmolado líder LUIS CARLOS GALÁN SARMIENTO, oportunidad en la cual me deleité con su prosa en muchos de sus textos de gran talante intelectual.
Autor de varios libros, La lucha por el saber (1974), Prosa y poesía bolivariana (1981), Para que el Estado vuelva al agro (1985) y Cien caucanos del siglo XX (2000) y una de su obra cumbre, “Los que se asomaron al poder presidencial.
Por su iniciativa y apoyado por varios emprendedores de la gastronomía caucana, lideró la creación del Congreso Gastronómico de Popayán, siendo unos de los eventos de mayor relevancia en el país, motivo por el cual en el año 2005 se designó a la ciudad de Popayán como Ciudad UNESCO de la Gastronomía por su aporte al patrimonio intangible de los colombianos a través de la tradición oral. La partida de Guillermo Alberto González Mosquera deja un gran vacío en el ámbito cultura local y un legado muy amplio para el devenir histórico de futuras generaciones. Mi aprecio y admiración por el amigo que deja una huella imperecedera en mi existir, en especial en mi vocación de trabajador y gestor de la cultura y la historia de nuestra comarcar.