ROBERTO RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ
De tiempo atrás –cuando cayó la Urss- la derecha política de los Estados Unidos inicia la expansión de su ya impresentable Otan hacia las fronteras con Rusia, así como el apoyo en armas y dineros a los grupos pro-occidentales en Ucrania y otros países vecinos. Al final esto llevaría a los antidemocráticos rusos a la guerra.
Y la colonialista Europa se alinea con los Estados Unidos, mientras la China neoliberal espera su momento con Taiwan.
Se trata de un caos capitalista que fortalece las violencias y las posturas destructivas, neocoloniales, realmente terroristas, en todo el mundo, salvajismos que llevan décadas y continuaran en el futuro inmediato.
Cuando uno es una oveja –aunque esté militarizada frente a los pobres- no puede ni debe elegir bando entre dos feroces lobos que se muestran los colmillos; igualmente es ingenuo caer en el pacifismo, y no sería cuerdo enfrentarse a las llamadas potencias. Lo que está en juego y acabándose es la democracia (liberal), con lo cual se agudizan las crisis planetarias.
Hoy todas las élites de los países se saben con las manos libres para intervenir en cualquier lugar, para hacer y deshacer las economías, y se ven con las suficientes tecnologías y armas para imponer la extracción de ganancias con negocios público-privados.
Ningún gobernante desarrolla los programas de justicia social que se propusieron, ni asume la protección a los más necesitados. Solo interesan los inversionistas, y para ellos son los derechos consagrados o no en las leyes; el resto no importa, es la necropolítica de la que nos ha hablado el pensador camerunés Achille Mbembe (2011).
Habría que agregar que en la hoy promocionada Ucrania gobierna un nacionalismo que proviene de los sectores anticomunistas, que ya en 2014 derrocaron a Yanukovich, y que gobiernan desde la extrema derecha. (Ver, “Winter on fire”, en la más difundida red de películas). Mucha gente sale a las calles y plazas del mundo con banderas de Ucrania, para respaldar –sin pensarlo- al cómico fascista Zelensky y sus paramilitares del “grupo Azov”.
En este escenario de guerra creada por Estados Unidos y aprovechada por otros, todos utilizan los miedos y las violencias como los únicos mecanismos para hacer política internacional, sin que interesen realmente las normas, los derechos, ni los pueblos, a la manera de las más antiguas tradiciones imperiales.
Todos ganan en riquezas a costa de los países, mientras lo único cierto a concluir –claro, sin que ello les importe a ninguno de estos actores- es que Estados Unidos están reafirmando su retroceso en el mundo; Rusia está pagando el precio con su pérdida de credibilidad y sus sanciones; Europa se ha vuelto una región peligrosa como cualquier otra del resto del mundo; Ucrania se desintegra y se dificulta su acercamiento a la Unión Europea; la moribunda OTAN sigue haciendo el ridículo; China queda advertida y a la expectativa, tanto como Irán, la India, Surcorea, y otros; el planeta queda cada vez peor; y todos nos despertamos de “el sueño de la estabilidad democrática” con el que nos engrupieron.
Es el capitalismo – colonial – patriarcal en crisis global.
No sobra repetir que solo el rescate de las “autonomías comunitarias” logrará resolver los problemas sociales y satisfacer las necesidades humanas, por supuesto, sin participar de guerras entre oligarcas. Ellos deberán responder por todos los daños.