COLUMNA DE OPINIÓN
Por: Eduardo Nates López
Si se analiza con cierto detenimiento, o mejor, malicia indígena, encontramos que los pronunciamientos incendiarios, acordes con la verdadera personalidad de Gustavo Petro, son los que lanza su tocayo y desagradable senador, Gustavo Bolívar. Hasta podría ser cierto que este dice lo que aquel le ordena, pero lo pone a su nombre por conveniencia política… Una especie de “testaferrato verbal” …
Comencemos por repasar el indefinible carácter del farandulero senador Bolívar, de figura por demás desapacible. A mucha gente -así lo he oído- le produce repulsión. Luego vienen sus palabras, siempre violentas, desafiantes y altisonantes. Y para completar, sus actuaciones, como la del caso que hace un tiempo nos conmovió, relacionado con la trampa (lo dijeron las noticias…) que le hizo al hijo del conocido actor de televisión Bruno Díaz, que lo llevó al suicidio. Confieso que en ocasiones -remotas- prendo mi televisor en el Canal del Congreso para enterarme de algún debate interesante que se haya anunciado. Solo me basta oír que el atorrante parlamentario Bolívar va a intervenir, (que, por suerte lo hace poco), para desinteresarme del asunto y apagar el aparato. Hace un par de semanas, cuando se comentaron unas supuestas amenazas a su patrón Petro, dijo que “lo mejor era sacar a Petro del país…” Quizás, en ello sí tiene toda la razón; solo que eso hubiera sido excelente, efectivo y oportuno si hubiera ocurrido, como mínimo, hace veinte o treinta años…
Hoy, rueda en las redes un meme en que aparece el infausto senador Bolívar diciendo: “…ustedes no tienen otro camino que la represión violenta o el cambio que les estamos ofreciendo… ¡Participen!… En ustedes…En sus manos está el triunfo del 19 de junio…” ¡Imposible encontrar una amenaza más clara! .… Perfectamente congruente con la siempre evasiva respuesta del candidato Petro, cuando le preguntan si acatará el veredicto adverso de las urnas. Compatible también con la nueva advertencia de que si pierde… “retornará a lo que hacía 20 o quizás 30 años atrás…” (¿Subversión? ¿a instalarse el camuflado?). La verdad es que amenazas de esta clase, procedentes de este tipo de personajes, no son increíbles. … Ellos las cumplen… Al fin y al cabo, esos son sus terrenos y sus habilidades terroristas… No olvidan su pasado… Y adicionemos que, gracias a la mal llamada “inteligencia” del estado y sus organismos de seguridad, siempre son sorprendidos por los hechos, a pesar de que todo el mundo sabía lo que pasaría, menos ellos… (¿Santrich?)
¿Qué debemos esperar los ciudadanos ante el muy posible hecho de que el ganador de las elecciones presidenciales, en segunda vuelta, sea el Ingeniero Rodolfo Hernández? ¿Que a partir de las 5 ó 6 de la tarde del 19 de junio, con los primeros datos del escrutinio que no favorezcan a Petro, comience la destrucción del país, similar a la del paro del año pasado? ¿Qué los de la “primera línea” comiencen su actuación, en simultánea, en todo el país? No es imposible…
Los ciudadanos, especialmente del suroccidente del país, ya sabemos de qué son capaces… Y, digámoslo con franqueza, también sabemos que las autoridades e instituciones de seguridad no son prontas con la respuesta… Quizás si están tácticamente listas y preparadas, pero mientras llega la orden de cumplir la Constitución y defender a los ciudadanos, transcurren horas, días y hasta semanas…
Estamos aún en recuperación, lenta, por cierto, de los daños morales y económicos que nos produjeron los pupilos violentos de los “Gustavos” y continuamos aterrados con la indefensión que nos tuvo sitiados. Lo mínimo que podemos esperar es que, con tanta amenaza y tanto anuncio de lo que puede pasar, los encargados de mantener el orden y la normalidad hayan tomado las precauciones del caso…
Está tan pareja la elección presidencial que el pirómano senador Bolívar quiere jugar con candela y desafiando a las mayorías, si se impone, como pronostican las encuestas, el ingeniero Hernández. Seguramente cumplirá la promesa de no posesionarse como senador y escogerá un destino calentano, en su hotel de Girardot o en su casa en la Florida, EE UU, para pasar la tusa de la derrota y de paso comprobarnos que, en Colombia, sin Petro, “sí hay paraíso”.