El pasado 4 de junio, falleció en la ciudad de Popayán, doña Ruth Cepeda Vargas, figura emblemática de la sociedad payanesa, la cultura y la educación.
Hacemos un sentido homenaje desde El Nuevo Liberal
Por: Juan M. Dulcey Cepeda
Permítanme recordarla con un pequeño escrito que hice para ella y que publiqué hace algún tiempo.
Ruth Cepeda Vargas…ese nombre para mí tiene connotaciones de elegancia, de vuelo intelectual, pero sobre todo de color, luz y sombras.
Ella, mi tía, mujer inquieta, culta como pocas, viajera incansable, nos reunía de niños para mostrarnos las fotos de su último viaje, era todo un acontecimiento en dónde apagaba las luces y prendía un proyector de diapositivas, la luz azul del mismo daba paso a las imágenes, allí la podíamos ver en ciudades lejanas e inalcanzables, París, Madrid, Roma, Praga, Venecia, cada una de ellas acompañada por su respectiva anécdota y dato curioso interesante, había recorrido Europa por carro en un Wolkswagen escarabajo celeste, junto a una amiga argentina que más tarde sería asesinada y desaparecida por la dictadura militar de ese país.
Personalmente me encantaban sus explicaciones y admiraba su valentía y desparpajo para emprender esos viajes, documentados en hermosas fotos, que no eran las normales que uno toma como turista, para nada… eran obras de arte, ella se encargaba que el color y la combinación de sombras y luces fuera original y perfecta.
Todos los fines de semana tomaba su carrito blanco y nos llevaba a diferentes paseos, en el trayecto ponía su música la que invariablemente estaba conformada por el grupo Mocedades, Serrat, el monstruo Raphael y como no… el hombre de la sonrisa resplandeciente, el siempre bronceado don Julio Iglesias, dueño y señor de ese pasacintas… con su vocecita surgida desde lo más profundo del píloro, vendía, en esa época millones de discos, mi tía mientras tanto manejaba y cantaba como lo hacen las tías: bajito y con su ritmo propio.
Era directora del Colegio Mayor del Cauca, su oficina era impecable, el color madera era allí el predominante, decorada con su particular buen gusto, su colección de búhos dominaba las mesas y los estantes. Y allí ella se movía como pez en el agua, se notaba que ese era su mundo, contaba con un reducido grupo de ayudantes que la adoraban y cómo no hacerlo??… su energía y alegría eran contagiosas
Siempre estaba allí para sembrar en nosotros una semillita de inquietud cultural, gracias a ella intenté hacer alfarería, con unos hermosos instrumentos de madera de naranjo…pero la arcilla grisno era lo mío, mis creaciones eran verdaderos engendros del demonio, las cuales eran injustamente elogiadas por mi tía, a pesar de la evidente fealdad de las mismas.
Otra característica sobresaliente de esa inteligente mujer, era su humor, contaba siempre unos chistes rosas, bastante malos por cierto, pero que remataba con una risa contagiosa que hacía casi obligatorio el reírse también, pero su humor a veces podía ser negro, sus chispazos, y apuntes certeros brillaban… cuando mi madre recordaba que yo iba al kinder siempre acompañado por el perro de la casa, mi tía anotaba: » Y el perro aprendió más que él».
Tuve el gusto de viajar durante más de un mes con ella, me sorprendió, que a pesar del cansancio y de una vieja lesión de rodilla, su alegría nunca decayó, es más, pude verla absolutamente fascinada cuando llegamos al museo de uno de sus mayores ídolos: Vincent Van Gogh (el hombre que inauguró la poco práctica costumbre de regalarle orejas a sus novias)… allí nos explicó a nosotros, ignorantes del tema, la composición perfecta entre azul, amarillo y verde, que ese mago del color lograba en cada uno de sus cuadros.
Los años han pasado pero conserva su belleza a toda prueba, sus manera elegantes, sus dotes artísticas, su humor …pero ante todo aún tiene esa sonrisa que hace que este mundo sea para mí, un sitio mejor en dónde aún es importante que los tonos, que la luz, que las sombras combinen, no es coincidencia que en estas palabras que escribo se metan, cuál pinceladas, nombres de varios colores, porque eso es ella, el color de la vida que todos necesitamos para escapar a la monotonía… aún se la puede ver pintando, escogiendo pacientemente cuál es la mejor tonalidad que va aquí o allá…y esa es la imagen que me quiero llevar en la memoria cuando ella ya no esté …y por lo tanto la vida no sea tan multicolor como antes …
Martha Cecilia Calle
Ruth Cepeda: Recuerdo sus manos laboriosas, trabajando cofres de madera con imágenes de Popayán. También puedo recordar su tono de voz, cálido pero contundente conversando sobre diversos temas, sentada, erguida en su agradable sala, rodeada de recuerdos de su madre, fotógrafa frente a una fotografía de su hermano mellizo. Mujer organizada, con quién se podía conversar sobre diversos temas de Popayán, en compañía de su cercana y querida hermana, nuestra amiga poeta Gloria quien en mayo 30 cumplió el 5 aniversario de su muerte. No solo tengo el eco de su voz, también sus palabras en cassette de grabadora porque reconstruimos las memorias de su madre, mujer independiente desde el oficio de fotógrafa. Si bien no tuvo hijos, su sobrino constituyó la figura de un hijo.
Rodrigo Valencia Quijano
Popayán despide a una dama de la cultura, el arte y las letras. De prestante familia destacada en la intelectualidad, la política y la poesía, doña Ruth Cepeda Vargas seguro aprendió, en casa de sus padres, don Manuel Cepeda y doña Mina Vargas, la mirada sensible, los privilegios del ángulo de la belleza, los rincones tutelares de una cultura fina, elegante, comprometida con la educación de juventudes, como lo es y será su legado del Colegio Mayor del Cauca, donde ejerció su magisterio con verdadera entrega y orgullo en su misión.
Colaboradora por varios años del periódico local El Liberal, desplegó allí opiniones de diversa índole, con la altura que la distinguía y compromiso auténtico con Popayán. Recordaremos a doña Ruth Cepeda Vargas con el afecto que debemos a quienes la ciudad nunca olvidará por su prestancia, hidalguía y ejemplar tarea en los recintos del arte y la cultura. Su memoria adorna la historia de Popayán.
Ismenia Ardila Díaz
Ruth Cepeda Vargas, icono de la mujer educadora por excelencia, exquisita pluma y vasta cultura. Sus columnas de opinión por más de 20 años en El Liberal, constituyen un tratado de civilidad, ciudadanía y cátedra payanesa. Nos deja la memoria de su amplia sonrisa, humor, elegancia, don de gentes y firmeza de convicciones.
Guido Eugenio Enríquez Ruiz
Un inmenso dolor se cierne sobre Popayán por causa del fallecimiento de Ruth Cepeda Vargas. De verdad, porque su obra cultural llega a todos, hasta a los que no la conocieron físicamente, pues influye en la marcha total de esta ciudad que aún hoy tercamente seguimos llamando culta. Mencionemos sólo una de sus varias actividades, la organización del Colegio Mayor del Cauca, Institución que a todos sirvió y sirve por igual, ahora convertida en prestigiosa Universidad. Ruth tuvo por afición hacer una hermosa colección de búhos, el significativo animal de la cultura cuya trayectoria simbólica arranca de la antigüedad griega, base de la cultura occidental, espejo elocuente de su labor. Fue Ruth una gran mujer, miembro de una familia que produjo gente realmente valiosa. Las lágrimas que derramamos al despedirla definitivamente serán de una larguísima duración.
Hilda Inés Pardo
La conocí cuando le iba a hacer una entrevista a su hermana, la poeta Gloria. Majestuosa apareció en el recibidor, saludó y desapareció en su aposento. Me gustaba leer sus columnas porque eran amenas y de temas contemporáneos. En los últimos tiempos a raíz de su enfermedad era más simpática y de buen humor
Andrés Arboleda
Así como las fotografías de la inolvidable foto Vargas, retrataron la historia coloquial de la Popayán del Siglo XX, así la pluma y el trazo de Gloria y Ruth Cepeda Vargas dejaron inolvidable huella en el arte y la palabra de nuestro terruño.
Alvaro Grijalba Gómez
Ruth Cepeda fue una extraordinaria mujer, llena de vitalidad para trabajar por la cultura, fue el alma del Colegio Mayor, hoy Universidad…gran escritora, poeta, columnista de nuestro Diario El Liberal… mujer de altas calidades humanas, morales, intelectuales y académicas, que le valieron ser condecoración con la Gran Cruz de Belalcázar, amable, culta, poseedora de un gran sentido de pertenencia por nuestra amada Popayán. Ha viajado al encuentro con su querida e inseparable hermana Gloria al cielo del Dios del Universo. Paz en su tumba.