COLUMNA DE OPINIÓN
Por: Harold Mosquera
La triste noticia de la muerte de Pacho Varona en la ciudad de Bogotá, vilmente asesinado por un sicario, tres meses después de que su hermano Andrés Felipe fuera también ultimado por sicarios, tiene conmocionada a nuestra patria.
Pacho fue nuestro compañero de promoción en la facultad de derecho de la Universidad del Cauca entre 1987 y 1991, destacado por su disciplina e inteligencia, que al final de la carrera le merecieron ser distinguido con la medalla Universidad del Cauca, por su excelencia académica.
En los debates propios de la academia, casi siempre tuvimos opiniones antagónicas, pero la altura y profundidad de sus argumentos merecieron de todos el reconocimiento y respeto, a pesar de las diferencias. Cuando los profesores realizaban exámenes orales, daba gusto presentarlos con Pacho, pues era casi imposible que le preguntaran por algo para lo cual no tuviera la respuesta exacta.
Cuando don Álvaro Palta padre, el decano de facto de nuestra facultad hacía sonar la campana para anunciar el fin de cada clase, en medio de ese descanso conversábamos de música y nuevamente teníamos divergencias, pues él defendía la supremacía de el Grupo Niche en la salsa colombiana, mientras otros considerábamos que Guayacán tenía mejor sonoridad.
Cantaba con emoción las canciones que le gustaban y disfrutaba como pocos de sus todos sus logros, que fueron muchos. Recuerdo su viaje a España para hacer sus estudios de posgrado, la felicidad por el nacimiento de sus hijos, sus cargos en la judicatura, alcanzados por méritos y su llegada al notariado, donde obtuvo el más alto puntaje a nivel nacional, como era su costumbre.
Al compartir, siempre nos tratamos de viejo Pacho y viejo Harold, porque el término doctor podía lesionar la fraternidad y el afecto que compartimos. Es lamentable que algunos medios de comunicación, en su afán de hacer noticia, hayan inventado hipótesis sobre los móviles del crimen, hablando de manera irresponsable de un ajuste de cuentas, proceder propio de quienes actúan al margen de la ley, cuando si algo caracterizó a Pacho fue su rectitud, a veces exagerada, en todos los ámbitos de su quehacer profesional y personal.
Imagino el dolor de sus padres, su hermana, sus hijos y su esposa, si quienes compartimos su amistad tenemos llena de tristeza el alma y el corazón lacerado por la injusticia, la rabia y la impotencia. Para ellos, nuestras sentidas y sinceras condolencias.
Los compañeros de la promoción 1991 de la Facultad de Derecho de la Universidad del Cauca les abrazamos en la distancia y le pedimos al padre celestial que los proteja y los llene de resignación para afrontar estos momentos tan difíciles. Desde el cielo Pacho estará bendiciendo sus pasos, hasta el día del reencuentro con él en la eternidad.