Columna de Opinión
Por: Eduardo Nates
El hecho de haber reconocido el triunfo del candidato de la izquierda, Gustavo Petro, con la generosidad correspondiente a un demócrata respetuoso de las decisiones de la mayoría, no significa que hayamos depuesto nuestro criterio y entregado los argumentos, los cuales seguiremos defendiendo, siempre, de manera caballerosa pero directa y franca. Esa es la esencia de la democracia en la que esperamos seguir viviendo.
Aunque partiendo desde otra orilla, el electo presidente está dando muestras de la madurez política indispensable para manejar un país tan brioso como Colombia. Su disposición y sus llamados a reunirse con líderes de la oposición, así como los anuncios de posibles miembros de su gabinete, reconocidos por su desempeño en responsabilidades de alto calibre en anteriores gobiernos, proyectan una imagen que puede tranquilizar preocupaciones que en la campaña llegaron a niveles mortificantes.
Hay una frase del expresidente John F. Kennedy que nunca ha perdido vigencia, que dice: “Se puede ganar con la mitad de los votos, pero no se puede gobernar con la mitad en contra” …, sentencia magistral que el nuevo presidente de los colombianos está aplicando con sentido democrático para equilibrar la balanza de la opinión pública y, además de respetar la irrefutable aritmética de los resultados electorales, tratar de fortalecer la gobernabilidad. Para la habilidad política de Petro, no es desconocido que una cosa es la oposición; otra estar en campaña y otra muy diferente, gobernar.
La gobernabilidad es factor indispensable para tramitar las reformas que ha prometido a su electorado, por demás ansioso de los cambios y cuya susceptibilidad se ha convertido en un cronometro imparable e inflexible que desde el pasado 19 de junio comenzó a caminar. El Petrismo “pura sangre”, como socio del Pacto Histórico, ya ha realizado pronunciamientos sobre lo que espera de su líder al frente del gobierno y con cruda franqueza ha cuestionado posiciones políticas que no comparte como, por ejemplo, la recomendación del cuestionado Roy Barreras, para presidir el Congreso de Colombia, en representación de quienes obtuvieron la victoria presidencial.
Otro elemento no necesariamente en discordia, pero tampoco en actitud complaciente y alineada, es el díscolo electorado que en buena cantidad aportó la hoy vicepresidente, Francia Márquez. Su presencia electoral en la consulta preparatoria para la primera vuelta, si bien contó aritméticamente para el triunfo final de Petro, no pertenece incondicionalmente a este.
Ese volumen de votos, por cierto, sorprendente, no llegó por la vía del Petrismo. Generan curiosidad las caras que se harían, en una supuesta reunión, la Vicepresidenta Márquez y el expresidente liberal Cesar Gaviria, cuando recuerden que este se alejó de la candidatura de Petro por causa de ella y hoy, ya electos, Gaviria corre apresurado a situarse a su lado…
El presidente Petro, que fue opositor y observador desde su curul, sabe que sin Congreso ningún gobierno puede tener éxito. Por eso sus reuniones para reconstruir puentes averiados y no pocos destruidos en el fragor de la campaña y por las malas prácticas que recomendaba Roy. Este, en su vida circular, arrancó el año como candidato presidencial; luego quiso ser formula vicepresidencial de Petro, para volver como senador, estrenando tercer periodo, ahora por el Pacto Histórico. Petro -que lo conoce- lo puso a repetir Presidencia de Senado y a un mes de iniciar sesiones, este impávido camaleón de la política nacional ya le tiene conformada una segunda alianza por el cambio, donde metió a casi todos los partidos. Los que ganaron con Petro, (y lo han acompañado en sus derrotas) saben que en política y en el gobierno, primero se sientan a la mesa los que llegaron de últimos. Por eso en las cábalas se habla de tanto ex funcionario de Samper, Pastrana y Uribe.
Gratas las fotos de la reunión de quienes sin discusión son los dos jefes políticos más connotados del país: ¡el presidente Uribe y el presidente Petro! Es una prueba de que las diferencias en horas difíciles se pueden conversar con generosidad. Se trata de sanar tanta herida abierta, que aun lacera nuestra geografía. Si todos estos buenos gestos se concretan en el gobierno próximo, no quedara más que reconocer que es bienvenido el cambio, aunque haya sido “en segunda” …