Figaro, cultor de talento y creatividad

ÁLVARO JESÚS URBANO ROJAS

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Hoy por aquellas concesiones que nos depara el destino, es mi agradable deber, exaltar la vida y obra del Maestro GERARDO ALFONSO FIGUEROA BERMÚDEZ, al hacer parte de un homenaje póstumo, con la edición de un libro, en el cual como escritor caucano, su familia me ha encomendado la exaltante misión de hacer su presentación; compromiso que asumo con especial admiración para hacer justicia con un artista que debe ocupar un espacio de privilegio en la historia del arte contemporáneo en Colombia, y lo asumo bajo el liderazgo de su entrañable familia, en especial de su digna esposa doña Bernarda García y sus hijos Luisa Fernanda y Juan Manuel, destacando la belleza de sus trazos en un libro ilustrado a todo color, con textos de amigos, familiares y artistas locales que fueron testigos de excepción en el devenir preeminente del Maestro “FIGARO”.

El maestro GERARDO ALFONSO FIGUEROA BERMÚDEZ, nació en Popayán el 15 de octubre de 1930 y murió el 12 de diciembre de 2008, conocido con el seudónimo de “Fígaro”, un hombre íntegro que desde el arte y la caricatura dinamizó la dialéctica y la reflexión dentro del diario acontecer de la tradición “patoja”.

FIGARO, en su periplo vital, dejó huellas imborrables por la fuerza inmanente de su creativo talento, con sus trazos de plumilla pulcros y su sosiego para dar confianza y aprender a conservar la calma en el infortunio. Admiro de él la aptitud para descifrar la cotidianidad con humor fino y universal, con la mordacidad jocosa del ingenio que deviene de las vivencias de una realidad política y social agobiante, donde caricaturizar la situación con trazos joviales no es sencillo escribir dibujando la historia, haciendo acopio de su brillante intelectualidad, su creatividad artística, su don de gente y su fluida palabra de gran conversador, al explorar con humor e ingenio las relaciones interpersonales y sociales. Jamás irrespetó a nadie, su mordacidad delicada provoca hasta la risa espontanea del personaje que su lápiz caricaturiza.

FIGARO, amaba la música clásica como también el ambiente arrabalero y porteño del viejo Buenos Aires escuchando tangos y el boleros, en el Sotareño rincón de libaciones y ensueños de la intelectualidad popayaneja, en compañía de grandes amigos como Agustín Sarria, Orlando Benavidez y Carlos Campo “Catecampo”, fue el mejor amigo de sus amigos, admiraba y apreciaba de manera afectuoso a Diego Paz, así como a la buena literatura, los clásicos, los planteamientos racionales, las ideas bien hilvanadas, la historia, los atardeceres, los colores de los pájaros, la cocina, el cine, la fotografía, la sabiduría de una amena conversación. Cultor perseverante y porfiado, sus caricaturas se publicaron en los principales periódicos y revistas del país, El Tiempo, El Espectador, El Liberal, sus obras circularon en forma ilimitada entre las élites intelectuales y políticas de Popayán y el Cauca.

En el año 1994, hizo las ilustraciones del folleto que presentó la reconstrucción de Popayán a lo diez años del terremoto. En un verdadero culto a la amistad, diseñó la carátula de dos libros del insigne escritor Jaime Vejarano Varona: “Popayán en su Anécdota” y “Estampas de mi Ciudad, Popayán”, que relució con ilustraciones litográficas para eventos culturales, la semana santa, revistas y folletos, logos insignes como el de las procesiones chiquitas, todas ellas llenas de expresividad, pulcras en el trazo y de hondo contenido conceptual.

Culmino mi escrito con el poema de Rafael Arévalo, que aplica a la personalidad de “FIGARO”: “Su mirada de acero corta como un cincel. A pesar de su fuerza me he batido con él: yo blandía un soneto y él blandía un pincel. Fueron armas corteses. En la cámara oscura de sus ojos burlones le quedó mi figura y sentí el botonazo de una caricatura”.

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