Entre acordes y desamores

CATALINA LÓPEZ VEJARANO

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Nuestras vidas son el reflejo de nuestras experiencias, las cuales son el resultado de diferentes eventos donde las emociones que sentimos y la intensidad de estas, son realmente variadas. Además, a muchos nos gusta acompañar estas vivencias con música, debido a que somos capaces de identificarnos con las canciones que sintonizamos y pueden ayudarnos a llevar a cabo el ejercicio de catarsis.

Todos hemos tenido momentos de felicidad, euforia y entusiasmo, no obstante, la mayoría de nosotros ha sufrido la sensación de un desamor. Algunos acompañaran la tusa con música popular subiéndole el volumen a canciones de Alzate, otros optaran por vivirla con ritmos más bailables con una salsa de Rubén Blades e incluso muchos recurrirán a artistas y grupos extranjeros como los Beatles.

Independientemente del fondo musical que escojamos para sobrellevar esta sensación, hay determinadas canciones que pueden asociarse a las diferentes etapas de la tusa.

 “Hoy que estoy tan despiadadamente solo, hoy que juegas juegos para ver si me amas, hoy que tus proyectos ya no van conmigo, y te sientes tan segura de mi amor”, así es la apertura de la canción Chao Lola de Juan Fernando Velasco, con la cual muchos nos identificamos cuando comenzamos la primera etapa de la tusa. Es en este instante, donde sentimos que nuestro mundo se derrumba y perdemos nuestra estabilidad emocional, es cuando salimos a la calle y todo nos recuerda la relación que terminó, es cuando la mayor parte del día nos encontramos sumergidos en un llanto desconsolado. A medida que transcurre el tiempo, comenzamos a superar esta faceta, no obstante, suele regresar ocasionalmente, principalmente los domingos de tardes lluviosas, momento propicio para entender lo que sentía el gran poeta peruano César Vallejo cuando escribió “me moriré, en parís, un día del cual tengo ya el recuerdo”.

“Este mundo ya es duro y más duro sin ti, que será porque tardas, porque pasan los años y no estás aquí”, un fragmento de la letra de Milagro de Abril de Alberto Plaza, con la cual la segunda fase da inicio. Con este tipo de música comenzamos a considerar pertinente retomar una relación que posiblemente es inviable. Es el instante cuando la negación y la tusa se vuelven cómplices, lo que nos lleva a generarnos falsas esperanzas.

“Yo no sé porque razón cantarle a ella, si debía aborrecerla con las fuerzas de mi corazón, todavía no la borro totalmente, ella siempre está presente como ahora en esta canción”, las palabras del cubano Polo Montañez en una de sus canciones más conocidas: Un montón de estrellas. Con este tipo de letras damos la bienvenida a la tercera etapa donde la frustración obtiene el estelar en nuestras vidas. En este momento comprendemos que la persona por la cual estamos sufriendo no merece nuestras lágrimas. En este instante damos un paso al frente y aceptamos nuestros sentimientos, pero nuestro pensamiento crítico vuelve a nuestra vida y nos permite tener una perspectiva objetiva sobre el vínculo que habíamos establecido.

“Yo romperé tus fotos, yo quemare tus cartas, para no verte más, para no verte más”, la Mosca Tsé Tsé con su canción Para no verte más, es una de las letras que siempre ha estado presente en mis tusas. Aquí es cuando asimilamos que no queremos retomar la relación e inicia el proceso de sanación. En este instante es cuando tenemos la fortaleza necesaria para devolver aquel saco que guardaba su olor y eliminar las fotos románticas que atesorábamos en el celular.

Lo que sigue después de haber sintonizado estas canciones es retomar nuestro equilibrio emocional. Es cuando la música que disfrutamos usualmente vuelve a nuestras vidas, debido a que ya no asociamos todas las letras de las canciones a la tusa que estábamos experimentando. Es el momento donde aceptamos la persona en la cual nos hemos convertido y dejamos de percibir aquella vivencia como un desamor desconsolable y comenzamos a entenderlo como un nuevo aprendizaje que nos permitió crecer como personas.