QUEIPO F. TIMANÁ V.
Se puede afirmar que un país desarrollado se distingue por la atención esmerada de sus escuelas y la calidad de sus maestros y maestras, en Colombia importa más invertir en obras que reviertan votos y lo que menos ha importado es el desarrollo, formación y educación del futuro niño-ciudadano o niña-ciudadana; como excepciones a esta afirmación pueden citarse: en la administración de Carlos Lleras Restrepo la creación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en la administración de Andrés Pastrana la ley María sobre licencia de maternidad y en la administración de Juan Manuel Santos se creó el programa “de cero a siempre” para la primera infancia, considerada la inversión social más importante, en la cual se construyeron 290 centros de desarrollo infantil para atender 1.3 millones de niños de las familias más necesitadas y se decretó la gratuidad de la educación hasta el grado 11, lo cual garantiza la educación de los estratos 1,2 y 3 y crea las condiciones reales que puedan ser educados. También en esta misma administración en el año 2014, se incrementó el presupuesto de educación al primer lugar, por encima del rubro de seguridad y defensa.
Por la concepción de sociedad que tenían nuestros gobernantes, según la cual lo que menos importaba era educar al pueblo, “la educación era para poquitos”, poco importó garantizar ambientes agradables, aireados, iluminados, dotados de agua potable y baterías sanitarias, bibliotecas y laboratorios escolares bien dotados, campos deportivos adecuados y una exigente formación de sus maestros; era más rentable tener un pueblo ignorante que un pueblo que pensara por cabeza propia.
Con la predominancia de la población urbana sobre la rural a partir del año 1960, el campesinado llegó a las ciudades buscando mejores condiciones de vida para sus hijos, entendieron que la vía de la educación era la más segura para alcanzar sus sueños, eso se tradujo en más demanda de educación en todos los niveles del sistema educativo.
Cuando estamos aportando en dirección correcta a más y mejor educación, a pesar de los rezagos impresionantes en infraestructura escolar y en una mejor calidad de los maestros, nos llegó la pandemia que obligó a cerrar escuelas, instituciones de educación y universidades, por año y medio y probablemente por un tiempo mayor; lo cual traduce un mayor atraso para el país, por cuanto nos encontramos con escuelas sin conectividad, nula dotación de tablets o computadores, escasa capacitación del magisterio para garantizar una educación remota de calidad, esto es más acentuado en las instituciones de educación oficial que en las de educación privada.
Si a la escasez de políticas públicas que privilegien la formación del ciudadano o ciudadana como prioridad nacional y a la deficiente arquitectura y dotación escolar, le agregamos que se asume la posición de que hasta tanto no se resuelvan todos estos problemas no se puede regresar a clases, significa que la población más pobre está condenada a su desgracia.
La Constitución Política de Colombia establece que los derechos de los niños prevalecen sobre los demás, esto queda como una simple entelequia por cuanto los órganos de control no hacen nada para garantizar este derecho, y teniendo en cuenta que el magisterio que se espera ya debe estar vacunado contra el COVID-19, deben entender que es una prioridad de la sociedad ser educada, que esta posición afecta a los más pobres, que el reinicio de clases demanda una atención esmerada tanto en los procesos didáctico – pedagógicos, como en la atención de la salud mental de sus alumnos, este distanciamiento afectó los procesos de aprendizaje y motivacionales, afectó mayoritariamente los más débiles, así haya afectado a todos.
Invito a todos los colegas a redoblar esfuerzos en su ingenio y creatividad para poder ofrecer la educación que demanda esfuerzo y afecto a mares y comprensión del momento presente que vivimos a borbotones.