HAROLD MOSQUERA RIVAS
El 18 de diciembre de 2018, en esta columna, bajo el título de El Sacrificio de Esteban, comenté con tristeza los hechos ocurridos en medio de la protesta de los estudiantes universitarios de Colombia, quienes reclamaban en defensa de la Educación Pública Superior.
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El motivo del artículo era la lesión sufrida por el joven Esteban Mosquera que produjo la pérdida de su ojo izquierdo, lo que en su momento consideré un pago demasiado alto para lograr que se cumpla el mandato constitucional de garantizar la educación pública.
Creí que deberíamos rechazar toda forma de violencia, pues la protesta es un derecho legítimo que se debe ejercer de manera pacífica, frente a lo cual la fuerza pública también debe abstenerse de utilizar sus armas en contra de quienes protestan de manera tranquila. Consideraba que Esteban deberá seguir su carrera y su vida, a pesar de cargar con el trauma físico y sicológico producido por aquella lesión, convertido en un símbolo de lucha, como también lo serían en el futuro, sus interpretaciones musicales que siempre armonizarían con los sueños de esa juventud valiente que se mantuvo firme en sus reclamos, al comprender que era un momento histórico y que solo a través de la protesta permanente sería posible que el gobierno entendiera que no se podía esperar más. Desde esta columna, envié a Esteban un abrazo solidario y mis más sinceros deseos porque se recuperara pronto y pudiera de nuevo echar mano de las armas que siempre le habían acompañado, sus ideas, sus principios y la música, herramientas útiles a las causas que defendía. Sin embargo, 2 años y 8 meses después, cuando Esteban era reconocido en el ámbito nacional como un símbolo de la lucha por defender la Educación Pública, fue injustamente asesinado por sicarios que dispararon sobre su cabeza, queriendo sacar de ellas, esas ideas que desde la carrera primera del barrio la Pamba, volaron con su existencia hacia la eternidad.
Hoy más que nunca quienes amamos y defendemos la Educación Pública, en tanto que somos sus hijos legítimos, comprendemos el valor del Sacrificio de Esteban, agradecemos su ejemplo de lucha y vida y esperamos que su muerte se convierta en semilla de esperanza para el cambio. Anhelamos que ningún ser humano sea asesinado en Colombia por defender sus ideales, que los actos violentos dejen de imponerse sobre el derecho a la manifestación y la protesta. Es necesario que las autoridades judiciales adelanten la investigación de manera pronta, para que la verdad que hay detrás de estos lamentables hechos, permita judicializar a los autores intelectuales y materiales, en tanto que la falta de resultados, genera espacios para la especulación, que pueden causar daños adicionales e irreparables también, cuando lo que todos queremos es que haya justicia. Como en diciembre de 2018, espero que las instituciones de educación pública, honren la memoria de todos los que han sacrificado sus órganos o su vida, luchando en su defensa, para seguir formando de manera eficiente a los jóvenes que en conciencia aporten para convertir este maravilloso país en la sinfonía de bienestar colectivo y justicia social que desde sus estudios musicales Esteban soñó interpretar para todos.