El origen del mal

Por Richard Fredy Muñoz
Twitter: @RichardFredyM / gpswebtv.com
 
 
El arquitecto Rafael Uribe Noguera estacionó su lujosa camioneta frente a una escuela pública del barrio Bosque Calderón, apagó el motor y dejó que transcurrieran los minutos mientras observaba con  lujuria  a los niños que salían de clase.
 
Esto ocurrió 20 días antes de desbordar su obsesión por la pequeña Yuliana Samboní, de solo 7 años, y de consumar el delito fraguado en su mente perversa.
 
En promedio en Colombia se reportan cada día 43 casos de abuso sexual contra menores de edad. Por supuesto, la mayoría de ellos no recibe la atención mediática de Yuliana porque hacen parte del paisaje cotidiano al que estamos acostumbrados.
 
¿43 niños abusados en un día? Entre enero y febrero de este año se reportaron 2.594 denuncias por abuso sexual contra niños. 80% de estos ataques involucraron a familiares o personas cercanas de los menores.
 
El problema de las cifras es que se reducen a eso: números fríos y vacíos que para nada reflejan la realidad de esta enfermedad letal que crece y carcome nuestro entorno.
 
Mientras tanto suena en la radio un reguetón de algún artista de moda: “Ven, dame en la cama… Mi calentura… Para tu cuerpo saciarte…
No te sientas sola ni tengas miedo… Que yo quiero castigarte…”
 
Otra conocida canción dice: “Que la toquen… Que la besen… Que la guayen… No le va a importar… Ella fácil se va…”
 
Maluma, el artista del momento ovacionado en todas las emisiones matutinas de nuestros noticieros de televisión, no podía quedarse atrás y en ‘Cuatro babys’, su más reciente producción, alardea: “La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera…” (El resto de la letra es impublicable).
 
La lista continúa y parece inofensiva pero las consecuencias comienzan a salir a la luz. Los adolescentes están propensos a ser influenciados por las letras de sus canciones favoritas y sobre ellas construyen desde su personalidad hasta su manera de vestirse, hablar y comportarse.

Quienes estudian el tema han encontrado una relación directa entre las letras de estas canciones y trastornos de conductas agresivas como gritar y amenazar, romper cosas y agredir físicamente a otras personas. Incluso se asocia la música con la depresión, la irritabilidad y el suicidio.
 
El refuerzo a este tipo de comportamientos que siempre tiene como elemento común la ausencia de afecto fraternal en la niñez, llega a través del bombardeo continuo en los medios de comunicación. En la televisión la sintonía es proporcional al número de escenas de desnudos de sus protagonistas.
 
Y en las revistas impresas encontraron en la pornografía (ahora lo llaman arte erótico), una manera rápida de aumentar sus ingresos económicos.
Por supuesto que no se trata de banalizar y concluir que el arquitecto de una pudiente familia terminó convertido en violador porque de muchacho escuchaba reguetón o veía novelas colombianas en horario para adultos. ¡Sería ridículo! Pero es la acumulación de muchas pequeñas e inofensivas conductas que, poco a poco, derivan en la degradación del ser humano.
Abandono, descuido, indiferencia, falta de autoridad, ausencia de modelos éticos, contenidos inadecuados que van ocupando los pensamientos a través de la música, la publicidad y la televisión, pornografía, pasiones desordenadas… ¡pedofilia!
¿Qué resultados esperamos cuando nos acostumbramos a llamar a lo malo, bueno? ¿Cuando toleramos los chistes de doble sentido que agravian a las mujeres y hasta aplaudimos a quienes denigran de ellas?
 
¿Qué basura llena la cabeza de un sicópata que abusa y asesina sin remordimiento a una niña inocente de 7 años? ¿Qué bazofia alberga la mente criminal del padre que maltrata y abusa de sus hijos?
 
Y más aterrador, si es que se puede, ¿dónde se agazapan, listos para su ataque letal, los 43 depredadores sexuales que en las próximas 24 horas destruirán igual número de infantes, mientras escuchamos a los ‘maestros’ Maluma, el ‘Father’ o Winsel y Yandel?
 
¿Quién podrá defender a nuestros niños? Para una humanidad indolente el tema poco importa porque seguramente, en una semana un nuevo titular borrará las protestas y la indignación que hoy nos conmueve.