GRACE PATRICIA GALLEGO SUÁREZ
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El panorama presentado en las últimas horas en el país, desgarra las entrañas, nos duele Colombia, nos duele el sentir de un pueblo con hambre que marcha multitudinariamente para expresar su descontento.
El confinamiento, nos había obligado a ver los aconteceres, casi sin decir nada, con leves pronunciamientos, en un silencio que quemaba las gargantas.
Asistimos temerosos por el virus, a ver como se dilapidaban los recursos de la nación, y la asignación de los mismos, a manos llenas a la banca y los banqueros, a los grandes industriales, mientras las migajas no llegaban a la gran mayoría de los que hoy, se encuentran en las calles.
La inconformidad nacional, es fruto de muchos desatinos del gobierno nacional, de la arrogancia y desconocimiento de ministros, y la fatiga diaria de escuchar incoherencias en un programa de televisión, que nos aproxima a un estado donde no vivimos la mayor parte de los colombianos.
Se han cometido desafueros de parte y parte, de autoridades y manifestantes, es indiscutible. Pero quien impone la autoridad? A quien se acata si quienes están llamados a protegernos nos atacan, cuál si fuéramos enemigos acérrimos.
He visto en redes a soldados, policías y diferentes funcionarios, entre ellos médicos, gritando arengas, en contra de quienes les han impuesto sueldos de miseria, y precarias formas de trabajo. A pensionados sacando bríos de años pasados, marchando por defender ese mínimo vital que los sostiene.
A los jóvenes y artistas masticando su rebeldía, por la incierta educación, y el incierto mañana que no se sabe si abra…
No es subversión, no es estar en contra del establecimiento, la gente no protesta contra eso, es… sacudirse de encima la muralla del establecimiento que nos aplasta a todos sin distingos…
Es decir basta, a esta corrupción institucionalizada, que hace señor a los ladrones, y a la gente de bien la convierte en mendigos.
El grito unánime y desgarrador de un país, no puede quedarse en que se muestren los destrozos físicos, los destrozos morales, económicos, de miles y millones de seres sin futuro quien los restablece? A quien le importan? Es por eso señor presidente, que después de tan múltiple sensación de aconteceres, que no vale la pena enumerar, por ser de público conocimiento, las mujeres en su mes y en el día de las madres le pedimos nos regale un ramos de rosas frescas y azares, y un país sin Reforma Tributaria, que no siga siendo más el ¡Florero de Llorente!