NICOLÁS ESCOBAR BEJARANO
“(…) Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mi un pajarito me contó que estamos hechos de historias”.
La semana pasada terminé, coincidencialmente, la lectura de dos libros maravillosos se trata de “Los hijos de los días (2012)” y, “Bocas del tiempo (1981)”, escritos por el uruguayo Eduardo Galeano, quien cumpliría en este mes de septiembre, 81 años.
Se trata de una de las plumas más destacadas e influyentes de la cultura popular de Latinoamérica. En su juventud trabajó en Montevideo como obrero de fábrica, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo, cajero de banco, entre otros. A los 14 años vendió su primera historieta y en 1973 fue obligado a exiliarse tras recibir amenazas por parte del gobierno militar de su país. En Argentina, fundó la revista cultural «Crisis», pero en 1976, con la llegada al poder del militar Jorge Rafael Videla, Galeano debió exiliarse una vez más en España.
Según dicen los decires, su obra es un faro permanente, pues supo narrar y dar voz a los ideales más hermosos de la humanidad y claro está, logró escribir sobre aquellos de los que nunca se había escrito, tal vez por eso fue tan criticado, pues Galeano nunca habría imaginado un mundo ficticio como Macondo, para él, la realidad se compone desde nuestro propio mito fundacional, protagonizado por los despojados y oprimidos, quienes quizá nunca tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra.
El 13 de abril de 2015, el cáncer de pulmón que padecía desde el 2007 le ganó la batalla, sin embargo, su legado continuará vigente en cada una de sus palabras.
Adenda: El fin de semana pasado, la muerte sorprendió a Abimael Guzmán a los 86 años, cuando afrontaba una pena de cadena perpetua -impuesta desde 1992-, en la prisión de máxima seguridad del Perú. Él, quien fue el jefe de la guerrilla maoísta del Sendero Luminoso, fue juzgado por participar en la muerte de 30.000 personas.
Mientras que, en Colombia, un ex presidente no ha podido ser procesado por participar en 6402 ejecuciones extrajudiciales (falsos positivos), sin embargo, no pierdo la esperanza de verlo tras las rejas antes de que la muerte lo sorprenda en su humilde finca de 1.500 hectáreas (cifra tomada de la consulta catastral del Instituto Geográfico Agustín Codazzi).