Editorial: Inseguridad vs percepción ¿cuál gana en Popayán?

Recientes hechos delictivos a plena luz del día, incluyendo el vil asesinato de un docente que prestaba sus servicios en un colegio del reguardo indígena de Quintana, vuelven a poner sobre la palestra la percepción de seguridad que pocas veces es favorable hacia la institucionalidad.

Los índices delincuenciales en Popayán, por lo menos los oficiales, se mantienen mes a mes, por así decirlo, estables, pero no pasa lo mismo con ese término conocido como percepción de los ciudadanos hacia la forma en que ven la seguridad en la ciudad, que por estos días registra negativamente en el ambiente payanés.

No cabe duda de que uno de los aspectos más sensibles en la vida de las ciudades es la seguridad, en tanto esta se relaciona con los aspectos más personales de sus habitantes como su integridad, la protección de sus bienes, incluso la conservación de la vida misma y si bien hace ya tiempo Popayán dejó de ser esa comunidad serena y cívica, en lo que tiene que ver con las acciones de la delincuencia, la verdad es que comenzamos a ver que las cosas están superando lo soportable.

Los payaneses, como lo han hecho saber por distintos medios en especial por redes sociales, hoy perciben una alta inseguridad, es decir, independientemente de lo que digan las cifras, que son una referencia de la situación, lo que afecta el ánimo y la calidad de vida de las personas es su percepción de la situación, porque eso es lo que las hace sentirse calmadas o asustadas cada vez que salen a la calle y en percepción de la seguridad hemos desmejorado ostensiblemente en estos últimos meses. Ahora, rachas como las que se viven por estos días, en la que los robos a establecimientos comerciales y a viviendas se juntan con el tradicional raponazo, el hurto de motos y carros y un asesinato al parecer por una banda de delincuentes ‘jaladores’ de motos, pues simplemente terminan desbalanceando la percepción del llamado ciudadano de a pie.

Y no es para menos ya que la gente necesita que se le den condiciones confiables para su cotidianidad y, aparte del zonas del suroccidente en el corazón de la Comuna 7 por ejemplo, o en la Comuna 2 al norte, donde parece que se deteriora profundamente este aspecto, hay sectores de la ciudad como los rurales, que también se sienten como peligrosos para los ciudadanos. Es urgente que las acciones del Estado sean y se vean contundentes contra la delincuencia, para que todos podamos recuperar la tranquilidad que, por ahora, se siente perdida.

Para ser equilibrados tenemos que decir que las autoridades policiales cumplen de la mejor forma con su labor. El pie de fuerza que actualmente tiene Popayán está distribuido de tal forma que los sectores con más problemas de inseguridad, cuentan con planes especiales para intentar brindar seguridad ciudadana. A fe que durante gran parte del año se logra dicho objetivo.

Ahora, igualmente tenemos que decir que a la ciudadanía le señalan que no denuncia los delitos de los que es víctima. Pero, ¿acaso cuando denuncia hay castigo eficaz para los delincuentes? Esa, la de la justicia débil, es otra percepción en la que se pierde. Por ello hay obligación, de quienes encarnan la majestad del Estado, de implementar métodos que logren cambiar la relación de fuerzas en tan sorda guerra que se libra contra la delincuencia en nuestras calles.

En todo caso, pese a los esfuerzos gubernamentales, las autoridades tanto civiles como policiales siguen perdiendo frente a la percepción que tiene el ciudadano en torno a la seguridad en la urbe. Sin embargo, frente al deseo ferviente en el restablecimiento de la seguridad ciudadana, se debe apuntar hacia la búsqueda de procesos mancomunados entre institucionalidad y comunidad para generar la confianza necesaria que aporte en la buena percepción del ciudadano. Todo ello podría estar enmarcado en el diseño -sin demora- de verdaderos planes de seguridad.