Desde que inicio el Paro Nacional, el pasado 28 de abril de 2021, se han venido presentando diversos hechos que, durante los 13 días que lleva, se han mezclado las marchas pacíficas, con actos de violencia, producto de la confrontaciones esporádicas entre manifestantes y el Esmad y de anarquía, caracterizadas por expresiones de vandalismo realizadas contra la infraestructura física institucional y privada, las cuales han venido en crescendo y que han contado con el rechazo ciudadano por semejantes actos e incluso, en algunos casos, por los mismos manifestantes; acciones que intimidan y generan múltiples reacciones ciudadanas, las que se han agravado por la toma masiva de importantes y estratégicas vías a nivel nacional, que ha llevado a la escasez de alimentos, bienes y productos para los habitantes de los sitios en que ellos están, así como a la imposibilidad de movilización, comercialización de productos y abastecimiento de combustible.
Quienes vienen adelantando la protesta pacífica, mediante movilizaciones llenas de creatividad, arte y colorido, realizadas por hombres y mujeres jóvenes, han actuado con vigorosidad, alegría y respeto a la institucionalidad y al patrimonio de la sociedad, han hecho conocer los móviles del paro y los propósitos sociales, políticos y económicos de los diferentes sectores sociales participantes, lo cual ha permitido legitimar el derecho a la protesta social. En contraste, las acciones de hecho tales como el vandalismo y la toma de carreteras, han venido exacerbando los espíritus de la gente y aclimatando los ánimos para que, en razón a la poca efectividad del gobierno para garantizar el control, la honra y la dignidad de las personas, se exija desde una mirada restringida, por decir lo menos, el ejercicio pleno de la fuerza para contrarrestar los primeros y despejar los taponamientos. Cuestión que en un Estado Social de Derecho tiene su causalidad y fundamento que, en no pocas veces, choca con la esencia de los reclamos y demandas de los movimientos sociales.
He aquí donde aparece la importancia y relevancia de promover, desde el gobierno mismo y de la sociedad en su conjunto, los espacios para el dialogo, la concertación y negociación, lo cual en lugar de demostrar debilidad, la historia lo ha demostrado, engrandece, por lo que desde este espacio apoyamos todos los esfuerzos que se realicen al respeto y rechazamos todo tipo de violencia y vandalismo, con la seguridad plena de que a través de ellos se logre restablecer la tranquilidad ciudadana y dejar a un lado el clima de zozobra que se ha apoderado de una buena parte de la población, específicamente en los sitios donde están los taponamientos.
Se espera que haya la suficiente sensatez de parte de los participantes en los diferentes espacios de dialogo que se han abierto, los cuales requieren el despojo de toda arrogancia y prepotencia, aspectos que afloran en situaciones en las que está en juego un pulso entre los antagonistas, máxime en un país que han venido en aumento los niveles de polarización, que poco ayuda a estos procesos que requieren grandeza.
Preocupa sobre manera que este proceso de dialogo se dilate y no encuentre salidas prontas, pues ya se han venido presentando enfrentamientos entre ciudadanos, los que participan del paro y los que no, bajo el prurito de que unos son las personas de bien y los otros no, atizando las diferencias sociales, enmarcando el análisis de la situación actual a una ‘lucha de clases’, la cual tiene como camino inevitable, sino se le da un tratamiento adecuado, a una guerra civil, que será mucho más catastrófica de lo que hoy estamos viviendo.
Reconforta el compromiso, ante los directores de medios de comunicación del país, el viernes pasado, hecho por el Presidente de la República, de que no acudirá a la declaratoria de Conmoción Interior o Estado de Excepción para restablecer la tranquilidad y el orden, por estar convencido que desde el marco constitucional la situación actual se puede manejar y esta empeñado en ello. Posición que envía un mensaje alentador que hay que saber leer para poder avanzar en los procesos de Diálogo, Concertación y Negociación.