Todos los ciudadanos -y especialmente quienes ejercen autoridad-, estamos llamados a respetar el ejercicio del derecho a la libertad de reunión pacífica, incluida la protesta, que es una de sus especies. El Sistema de Naciones Unidas ha denunciado que, en el marco de algunas de las movilizaciones sociales en varias ciudades, se han perdido vidas humanas, incidentes de violencia y el uso desproporcionado de la fuerza, destacando que toda acción de la fuerza pública debe observar plenamente la protección y el respeto por los derechos humanos.
Sobre el particular, tenemos que decir que en Popayán los desmanes durante las protestas no han pasado a mayores. Choques aislados y algunos saqueos al comercio que no han opacado la tranquilidad vivida durante las marchas y plantones en favor del paro nacional.
Así las cosas, destaca la importancia de que las protestas se realicen de manera pacífica y condena cualquier tipo de acción violenta, singularmente contra la infraestructura y todas aquellas que vulneren los derechos humanos. Pero también ha llamado la ONU a garantizar el libre acceso a insumos alimentarios básicos, la atención médica y la ayuda humanitaria para la población que requiere asistencia en medio de la pandemia.
El Nuevo Liberal se identifica con esas declaraciones, pero llama a especial observancia las relativas a la obligación del Estado de garantizar el abastecimiento de alimentos para la población a propósito de los bloqueos que afectan a tantas ciudades del país.
El desabastecimiento por cuenta de grupos que impiden la circulación de automotores que transportan las cargas de víveres y abarrotes, combustibles, oxígeno y demás elementos de primera necesidad en clínicas y hospitales, atenta con inadmisible indolencia, bajo el más abusivo de los ejercicios del derecho a la protesta, contra derechos de superior jerarquía constitucional, como son los de la salud, la alimentación y la vida.
Además, hay efectos colaterales directos graves, pues vulneran intereses de la comunidad, especialmente de los sectores más débiles como, por ejemplo, la continuidad de las fases de vacunación contra el Covid-19, así como el alza en los precios de algunos productos de la canasta familiar, algo que incluso ya está pasando en Cartagena.
En tal sentido, tenemos que destacar los diálogos que llevaron a cabo en la comarca para alcanzar un corredor humanitario que permitió la llegada de combustible, medicamentos, oxígeno, gas y productos agrícolas con los que se abastecerán comercios de todo tipo en la capital caucana.
En consecuencia, hacemos un llamado a la sensatez y la consideración para que ese tipo de corredores se hagan continuamente y no por dos días, tal como se acordó entre los dirigentes del paro y las autoridades civiles de la región, buscando así la circulación continua de los vehículos que distribuyen esos bienes esenciales para los hogares, puesto que una cosa es la protesta pacífica y otra la determinación deliberada de impedir que circulen los alimentos, medicinas y combustibles hacia la población civil.
Esto es ni más ni menos que una conducta execrable de violencia por parte de quienes están organizando y de quienes están participando en los bloqueos en las carreteras, lo cual ya se refleja en las afugias y angustias en millones de hogares, actos que, a no dudarlo, constituyen tratos inhumanos pero, también, delictivos. La situación reviste tal gravedad que ningún líder político o sindical que se afirme decente, puede permanecer impávido ante semejante desafío.