La fecha 20 de julio, fue decretada por el Congreso de los Estados Unidos de Colombia como aniversario de la proclamación de la independencia de España, no obstante, según los historiadores la verdadera fecha fue el resultado de un proceso que constó de varias rebeliones, enfrentamientos y crisis, ya que solo hasta 1819 cuando, gracias a la victoria en la Batalla de Boyacá, se dio paso al Congreso de Angostura y al nacimiento oficial de la República de Colombia, como estado autónomo y soberano.
Son tantos y tan variados los hechos que han acompañado la construcción de la República en estos 202 años de independencia, que parece no han sido suficientes para materializar varias de las reivindicaciones que alimentaron la gesta libertaria a pesar de los logros, avances y desarrollos obtenidos en varios órdenes de la vida nacional, los cuales, al no satisfacerse plenamente, han sufrido un proceso de acumulación, que en la búsqueda de solución las formas se han degradado a niveles de violencia profundamente alarmantes, constituyéndose en una constante, con sus respectivos matices y “renovados” actores.
Bajo esta realidad histórica, que tiene un peso muy grande sobre la situación actual que estamos viviendo, la que en no pocos casos tenemos claro, debe motivarnos a adentrarnos por los diferentes vericuetos que las pasadas y actuales generaciones han tenido que transitar para poder encontrar razones y causalidades de las realidades presentes, lo cual nos permitirá adelantar acciones individuales y colectivas hacia el logro de mayores niveles de bienestar y prosperidad, en el marco de “un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”, como lo establece el Artículo 1 de nuestra Constitución Nacional.
Así mismo, hoy debemos mirarnos y pensarnos en el contexto global, de manera particular por lo que ha venido presentandose desde hace tres meses en nuestro país y en el mundo; en el primer caso, hechos y situaciones asociados en lo fundamental al paro nacional, a la inusitada y multitudinaria protesta social en todo el territorio nacional y al tercer pico de la pandemia, y en el segundo, los relacionados con los sangrientos ataques entre Israel y el grupo Hamás en la Franja de Gaza; el magnicidio del presidente de Haití, que representa una verdadera vergüenza Nacional, por estar vinculados, como mercenarios, varios exmilitares colombianos; las protestas sociales en Cuba en las que la juventud de este país reclama libertad y los efectos del cambio climático en Canadá, con una sequía nunca antes vista, y en Europa, que ha sufrido las peores inundaciones en décadas, particularmente en Alemania y Bélgica, provocando muertes, devastando regiones y provocando que algunos pueblos terminaran totalmente destruidos.
Hechos que hacen pensar que la actual situación es muy compleja y por ende no puede ser analizada parcialmente y de manera unidireccional, al real saber y entender de cada quien, máxime en el contexto de la profunda polarización política que nos tiene atrapados y que no permite recurrir a un análisis holístico, a fin de actuar con una visión sistémica y de esta manera lograr construir una mirada o un pensamiento prospectivo y no apocalíptico, en donde “el no retorno” pareciera imponerse para conservar un statu quo de una sociedad que no quiere pensarse a sí misma y mucho menos cambiar de paradigmas.
Hoy, cuando el Comité de Paro ha llamado a la movilización para que sean atendidas de fondo sus solicitudes por parte del gobierno nacional y ante los hechos que se presentaron después del 28 de abril, que en buena medida desdibujaron las multitudinarias manifestaciones pacíficas de protesta social, se ha entrado en un estado de zozobra e incertidumbre, el cual se ha querido controlar con el establecimiento de medidas de excepción tales como toques de queda y ley seca en una buena parte del territorio nacional, lanzado un mensaje agridulce en los actos de celebración del día de nuestra independencia.