FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
Así como el mar de leva expulsa de sus profundidades la inmundicia que lo envenena, el coronavirus expele la corrupción de las entrañas del sistema zarandeando enérgicamente su estructura económica, organización institucional y antagonismos clasistas. ¡Todo exhibe caos y descomposición! Nuestra inconsciencia política nos impide cuestionarnos cómo superar el desorden actual, cómo transformar nuestra sociedad y cómo erigir un régimen más digno, justo y equilibrado.
Duque ejerce de tiranuelo administrativo, legislador omnímodo y juez supremo, sin control alguno, obedeciendo las órdenes del recluso #1087985, las imposiciones del consejo gremial y las órdenes norteamericanas. Gobierna mediante decretos de emergencia, arrogándose las funciones legislativas, suprimiendo el control político, invadiendo la órbita judicial e ignorando las determinaciones de los entes de control.
¡Un reyecito! El congreso devino en entidad licenciosa, genuflexa ante la voluntad presidencial, integrada por momios carentes de impulso legislativo, autistas a las necesidades mayoritarias y con el ideal supremo de esquilmar la hacienda pública. Las altas magistraturas están infestadas por rábulas inmorales -excluidos jurisconsultos integérrimos-, que venden al mejor postor sentencias a la carta. Los entes de control son regentados por figurines de bolsillo, que jamás investigan ni sancionan los sucesos trascendentales sino casos insignificantes fallados conforme a sus intereses particulares. ¡Todo denota pestilencia y ruindad!
Con su monserga diaria Duque arrulla a ingenuos televidentes disimulando el funesto manejo del Estado y del covid-19, mientras el mesías del Centro Demoniático propone un referendo y sus adláteres una asamblea constituyente para “reformar la justicia”, perpetuarse en el poder y enterrar el cadavérico Acuerdo de Cartagena. Ni qué hablar de los ministros, hienas insaciables que giran en torno a los negociados que les ofrece la pandemia, ni de la podredumbre de los altos mandos castrenses.
El sistema financiero, depositario de los billones que le gira el gobierno, desembolsa exclusivamente a favor de poderosos grupos empresariales y niega crédito a pequeños, medianos productores y generadores de empleo; los bancos incrementan usurariamente las tasas de interés y se pagan con la riqueza embargada a los deudores. Las grandes superficies patrocinan piñatas sin IVA, con la anuencia de la administración, expandiendo irresponsablemente la peste. Los transportistas y hoteleros aúllan por reiniciar sus negocios. El gobierno rifa entre las transnacionales los recursos naturales, oceánicos y el espectro electromagnético, beneficiando los TLC. Los contratistas estatales ilicitan y roban al erario. El PIB decreció -15.7% en el segundo semestre de 2020. La capacidad de endeudamiento externo está agotada. Entretanto la justicia, la salud y educación públicas, la vivienda popular, las necesidades vitales, el desempleo y la pauperización crecen inconmensurablemente, sin respuesta efectiva del Estado. Los microempresarios y pymes, reales fuentes de trabajo, claman por ayuda financiera sin solución propicia.
Sólo los campesinos trabajan incansablemente y mantienen abarrotadas las plazas de mercado y llenas nuestras panzas. ¡Son los únicos héroes auténticos del país! Y ante semejante maremágnum los usufructuarios del poder embaúlan la riqueza nacional en sus arcas personales y cuentas cifradas del extranjero. ¡La vida de los trabajadores no interesa a los gobernantes! ¡La salud es una veta para lucrarse!
Superada la pandemia solo quedará una economía arruinada, ricachones henchidos de dinero malhabido, millones de colombianos en la inopia, la represión fortalecida para defender los intereses oligárquicos y el pueblo comiendo bosta. Tal situación impone categóricamente, como alternativa popular viable, la organización inmediata de la nación para exigir cuentas a los gobernantes, trocar el régimen imperante y construir una sociedad nueva, con una dirección plural y representativa conformada por mujeres y hombres, basada en un programa mínimo y realizable que convoque a la Unidad y concentre los anhelos fundamentales.