JESÚS HELÍ GIRALDO GIRALDO
La personalidad: efectos de la infancia
Giraldo Jesús Helí, Amazon
Guardemos la esperanza que la sabiduría infinita, presente en todos, logre hacer entender, a los enemigos de la vida, el mensaje de la voz interior y comprendan que venimos al mundo a construir, no a destruir, empezando a usar toda su energía en defensa de la vida. Cuando, el homicida, sea herido de gravedad y su vida puesta en peligro, el médico y el religioso que lo asistan deben invitarlo a dejar sus planes criminales como parte de la curación. Igual papel corresponde a las mujeres y niños pequeños, con ternura, amor y afecto, sus cualidades propias, unidas a la persistencia y la ayuda divina, actuando con sinceridad, humildad y fe, podrán imponerse a la diabólica acción de los malvados. Dando amor a personas tan carentes de él y censurando sus actuaciones indignas podrán, algún día, salir de tan equivocado camino.
Las mujeres, haciendo uso de virtudes, características del hemisferio femenino, alejadas de la fuerza y la violencia, apoyadas, más bien, en la bondad, han alcanzado conquistas iguales, incluso superiores a las de los hombres. En el momento en que, los últimos, comprendamos que en nuestro interior también habitan esas virtudes podemos utilizar la energía empleada, hasta ahora, en reprimirlas, para ayudar a las mujeres en la transformación pacífica del mundo.
La ignorancia de los asesinos los ahoga en la ingenua pretensión de creer apagar la luz de las ideas y el pensamiento o acabar la vida, sacrificando un semejante o mil. Su actitud es tan absurda como la que libran la luciérnaga creyendo perturbar a las estrellas; es querer detener el viento, vaciar el mar, oscurecer el día o iluminar la noche. Impotente tarea de quienes, eliminando expresiones de la vida, creen que podrán acabar con ella.
La vida humana, a pesar de ser tan corta, es sagrada. Como los microbios de la naranja, de ínfimas dimensiones y duración infinitesimal, no necesitamos que nadie se preocupe por adelantar nuestra partida, nos marcharemos pronto. Estamos aquí para servir y cumplir una misión: dejar el planeta mejor de lo que estaba cuando llegamos; por tanto, debemos convivir en forma solidaria y en paz, haciendo que la vida sea más agradable y próspera cada día.
El niño es la semilla de la humanidad; protegerlo y procurarle una vida sana, sin contaminación ni dolor, es obligación de los mayores, a semejanza de los agricultores, quienes en forma responsable proveen las mejores condiciones a su semilla, la siembran en los mejores suelos y procuran su sano crecimiento con los alimentos apropiados, brindados por la naturaleza y no atropellando la pequeña planta. Así mismo, tenemos que dar, al niño, el mejor trato físico y mental; creándole una atmósfera libre de hostilidad, rodeándole de amor, avanzaremos en la conquista de una vida física sana, emocionalmente estable y espiritualmente feliz. Preservamos nuestro planeta, protegiendo la salud y vida personal y ajena, mediante un comportamiento que permita el bienestar individual y colectivo. En la integración y convivencia en armonía encontraremos la mejor manera de servir a la humanidad, en reconocimiento al universo por entregarnos la energía necesaria para la existencia, sin distinciones ni preferencias, mientras el Creador nos llame, indicándonos que la misión nuestra en la Tierra ha concluido.