ELKIN FRANZ QUINTERO
Soy perfectamente consciente de la ironía que encierran mis palabras.
Mackintosh
Los personajes que viven del fútbol y la política se caracterizan por la movilidad de su método dialógico y por su permanente actitud irónica. Además, sus rendimientos emocionales e inquisitivos casi siempre redundan en diversas conclusiones paradójicas que dejan al hincha y al elector con un sabor agridulce en la boca. Quizás, por la sequía del gol, por el madrazo reprimido o la exaltación que genera asistir al mundial en Qatar o seguir 4 años con los mismos.
En Colombia, estos comportamientos resultan ser las formas propias de su comportamiento, el resultado de un golpe de mano a un líder que pretendía sacar lo mejor de cada uno. No obstante, su quehacer deportivo y político no es ejemplo para una generación ávida de modelos debe imperar sobre los beneficios económicos y los privilegios.
Hoy, estamos fuera del mundial y con una sociedad fallida y no por calidad, o nombres, sino por tres razones. La primera, por culpa de una dirigencia corrupta, amañada en el poder. Sus decisiones y falta de carácter dan origen al caos. La segunda, por un caudillismo malsano, capitalista y manipulador de ciertos canallas. La gran mayoría de los jugadores y políticos entre lujos, excesos y prebendas de exorbitante calibre venden ilusiones, juegan con los sueños de gloria, pisotean la bandera y se ríen de nuestra frágil condición de soñadores. Ellos no les interesa Colombia. La tercera, debemos ser conscientes que la cultura folclórica arraigada por siglos nos permite realizar obras a medias, esforzarnos poco, condonar esfuerzos para los finales y dejar en manos de terceros lo más importante. Nos gusta sufrir.
Tristemente enfrentamos una gran encrucijada, donde aparece un tanto serio y también lúdico el jugador de fútbol y el político. Estos sujetos de sueldos astronómicos, de mirada perdida y risa burlona a veces la prensa los presenta como irónicos sabios, ignorantes de su saber, y con una capacidad única para escaparse de sus responsabilidades. Es la hora de cambiar de ídolos, de referentes sociales. Acaso, ¿no recuerdan su silencio cuando el país estaba sumido en el caos por el estallido social? ¿Será posible que ahora salgan a los medios a decir que hicieron todo y que no les alcanzo?
Suena paradójico, pero se les puede creer cuando tienen hambre de gloria y el honor recorre su piel, y la fuerza para cambiar las cosas hacen parte de su ADN. En este caso, el llanto, dolor, arrepentimiento y decepción no se evidencia. Solo un descaro frenético, una apatía total, al punto de la risa y los pulgares arriba. Ojalá, hubiesen seguido el ejemplo de otras selecciones en el mundo que lo dieron todo y al fallar se les vio la agonía por haberle fallado a un pueblo que les confió su gloria y honor. Basta ya, es hora de un verdadero cambio, no más James, Cuadrado y de lo mismo en la escena nacional. Quédense con sus fortunas y permítanles a nuevos jugadores vestir la camiseta tricolor y llevar las riendas de este país. Paren señores con su discurso pendenciero y su actitud de perdedores, con su petulancia y su poco garbo. Fuera Jesurún y González, Pastrana, Gaviria, Uribe y su cohorte de sinvergüenzas que no quieren soltar la gallina de los huevos de oro. Fuera, fuera.
Para concluir, este territorio mágico y de encanto sin par tiene un saber positivo sobre las cosas del amor, la perseverancia y la fe y todos pronto superaremos este duro golpe. Sin embargo, nos espera unas elecciones presidenciales y espero que no vivamos la situación que vive la Selección Colombia. Que está experiencia sea un ejemplo de lo que puede pasarnos como país sino elegimos bien a nuestro gobernante y seguimos con los mismos.