JORGE ORDÓÑEZ VALVERDE
España desciende de los Tartessos, los Celtas y los Iberos en la Prehistoria, luego llegaron a sus costas los Griegos, los Fenicios, los Cartagineses y los Romanos en la Antigüedad y con la caída del Imperio las invasiones Godas y Visigodas, y luego Judíos, Moros y Gitanos, y hasta Vascos. Siendo España la raza más mezclada de Europa, la más “impura”, usó la idea de la “pureza de sangre” para justificar la segregación racial en las colonias: los indígenas no tenían alma hasta la promulgación de Las Leyes de Indias y a los negros se les consideró bestias de carga hasta el fin de la esclavitud.
In strictu sensu no existen razas humanas. Hubo varias especies de homínidos y solo sobrevivió el Homo Sapiens negro y africano. Las diferencias en el color de la piel son variantes adaptativas a la era del hielo de las migraciones del sapiens a Europa. Una mutación aleatoria de la piel con poca melanina (piel blanca) se convirtió en una probabilidad notable de sobrevivir al raquitismo, ya que la vitamina D sólo se transforma con la luz del sol. La piel negra con melanina que resistía los rayos de sol africano ya no era adaptativa. Así nació la “raza blanca “y “amarilla” que no son “razas” sino variantes de la misma subespecie. Los seres humanos somos negros y todos somos afrodescendientes
Aunque la esclavitud es antigua como el mundo, desde el siglo XV los africanos eran traídos del Congo, de Angola, Ghana, Costa de Marfil, Guinea, Sierra Leona, Senegal y Mali. Los embarques partían fundamentalmente de una colonia portuguesa en Guinea Bissau y llegaban a los puertos de Veracruz, Cartagena de Indias, Salvador Bahía y Pernambuco. De Cartagena partieron 150 mil esclavos a lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá y Perú. En total llegaron al continente americano 11 millones de seres humanos convertidos en mercancías y con esa fuerza de trabajo en las minas, las plantaciones y el servicio doméstico, se creó la riqueza de la Colonia.
Alexander Petyon el presidente de Haití – la primera nación libre del yugo europeo- ayudó con tropas a Simón Bolívar durante las épocas de la reconquista española de 1815, con la promesa de liberar a los esclavos. Bolívar prometió la libertad a los negros que se sumaran a la causa de la Libertad, promesa que incumplió y sólo decretó la libertad de vientres: que los nacidos de esclava fueran libres. La esclavitud en Colombia se abolió definitivamente en el gobierno de José Hilario López el 21 de mayo de 1851. Con la evolución del capitalismo resultó mejor negocio pagar un jornal que mantener a un esclavo y entonces ahí sí aparecieron los valores cristianos de la igualdad y la compasión. Lo que no desapareció fue el sentimiento de desprecio por los negros. En el siglo XIX en Colombia la preocupación por el color de piel daba lugar a toda suerte de clasificaciones: Negros, indios y blancos. Mulatos, zambos y mestizos. Café con leche, saltapatras y tentenelaire. Notentiendo. Variaciones mínimas del tono de piel que no deberían tener ninguna importancia, pero que, en esta sociedad arribista, insegura y “malagente”, son condición fundante de su identidad. El partido conservador hablaba del mestizaje como “degeneramiento” de la raza y el partido Liberal hablaba del mestizaje como “mejoramiento de la raza”, y ambos argumentos eran igualmente racistas
Los negros no sólo crearon con la fuerza de sus brazos la riqueza de este país, también aportaron su cultura: su cocina, su música, sus bailes, sus creencias religiosas y la historia de su éxodo y su sufrimiento que se ha vuelto poesía y relato y acción política. Cali y Salvador Bahía son las ciudades más negras de América, y sorprende oír a un patricio caleño decir en la radio que el mayor problema de la ciudad: “es que diario llegan dos “camionaos” de negramenta.”