JORGE ORDÓÑEZ VALVERDE
Universidad Icesi
En agosto de 2019 el barco de la oenegé catalana Proactiva Open Arms, con 163 rescatados a bordo, permaneció 21 días sin poder desembarcar frente a las costas italianas. Esto por decisión del entonces ministro del interior Mateo Salvini que uso la situación como estratagema política, para catapultar su discurso anti-inmigración y desafiar a media Europa y la justicia de su gobierno. Cuando varios ministros le conminaron a aprobar el desembarco por simple “humanidad” respondió: “La única inhumanidad (que se está cometiendo en este caso) es la de quienes favorecen el asqueroso negocio de la inmigración ilegal”. Finalmente, la prefectura de Agrigento les permitió atracar en Lampedusa. Hay que decir que sólo en el último año han muerto mil seiscientos migrantes en aguas del Mediterráneo. Hoy en día el exministro podría estar enfrentando cargos por secuestro
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Fiel a sus promesas de campaña Donald Trump impuso la “tolerancia cero” a la migración y ordeno que dos mil niños fueran separados de sus padres en la frontera de Texas y recluidos en jaulas. Anne Chandler directora del Centro de Justicia Tahirith en Houston afirmó que había sabido de “niños muy pequeños, incluso que necesitaban ser amamantados, y menores de tres años, separados de sus padres en los refugios.” Esta experiencia en condiciones inhumanas les va a dejar traumas psicológicos de por vida. Hoy en el gobierno Biden aún hay 545 niños cuyos padres no han podido ser encontrados. En su momento nadie pudo detener el crimen y en el futuro nadie podrá castigarlo, porque Estados Unidos no ratifico el Estatuto de Roma que lo pondría bajo la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.
Rodrigo Duterte en Filipinas decía en sus discursos electorales:” Olviden las leyes sobre derechos humanos”. “Es mejor que los traficantes, los ladrones y los vagabundos se vayan porque voy a matarlos”. Cuando triunfó animó a los civiles a armarse y exterminar traficantes: “Siéntanse libres de llamarnos o hágalo usted mismo, si tiene un arma.” Las organizaciones de derechos humanos que han hecho denuncias en la CPI no se ponen de acuerdo en el número de víctimas de los agentes de la ley y las fuerzas parapoliciales: entre seis mil y veintisiete mil traficantes, drogadictos e indigentes. Se dice que Duterte ha pacificado el país y ha bajado la tasa de homicidios, pero es que simplemente no están contando a las víctimas del Estado La llegada al poder de líderes autoritarios que desprecian las ideas liberales y la independencia de poderes, como Victor Orbán en Hungría, Jair Bolsonaro en Brasil, Mateo Salvini en Italia, Rodrigo Duterte en Filipinas y el mismísimo Trump en E. U. se dio gracias a los discursos contra migrantes, gente de color y delincuentes. En Europa estas retóricas han influido los programas de los partidos conservadores en España, Francia, Italia, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Alemania y Austria. Recientemente Salvini se hizo fotografiar en una reunión con líderes de los chalecos amarillos y provocó el peor incidente diplomático entre Italia y Francia desde la segunda guerra mundial. Los dos países retiraron a sus embajadores. La ultraderecha europea quiere ganar escaños en el Parlamento Europeo de Estrasburgo y atacar a Macron trae réditos, ya que personifica la Europa tolerante y cosmopolita. Los discursos nacionalistas contra los judíos, los magrebíes, los musulmanes son exitosos porque dan un sentimiento de superioridad y permiten la felicidad malsana de la discriminación. Cuando la identidad personal y colectiva es frágil, el odio define muy bien las fronteras entre el “nosotros” y el “ellos”. Bien decía Freud con sorna, que los judíos habían hecho una importante contribución a la civilización al ayudarle a los países europeos a volverse Estados -Nación. En esos procesos siempre fueron expulsados o exterminados. Después de visitar el campo de concentración de Auschwitz, Gunther Grass premio nobel de literatura en 1999, escribió en el libro de visitas: “El vientre que ha parido este monstruo, sigue siendo fértil.”