Varios negocios del sector de Calicanto se han visto perjudicados económicamente por la pandemia del Covid 19.
Jakeline Guzmán Benítez, auxiliar de servicios farmacéuticos, es la persona que atiende una de las droguerías del barrio Calicanto ubicado al Sur Occidente de la ciudad. En conversaciones con El Nuevo Liberal, nos cuenta que la situación en su negocio no ha sido nada fácil luego de la aparición del brote que nos afecta hoy día.
Jakeline dice que las ventas han disminuido en más del 50 % lo que se suma a la crítica situación social de muchas zonas de Popayán, como lo es el sector donde está asentado su emprendimiento.
“La inseguridad, por ejemplo, ha aumentado bastante desde que inició esta pandemia, tanto así que nos tocó poner una reja para restringir el paso de los clientes previniendo cualquier ataque o intento de asalto”, dijo la auxiliar.
Entre las estrategias que han tenido que implementar para sobrellevar esta situación, están los anuncios publicitarios, tanto en su propio negocio como en redes sociales, pues ella dice que el flujo de personas ha disminuido por ese sector. También han acudido a los domicilios gratis, así la compra no lo amerite, pero por prestar mejor servicio al usuario y atraer clientela, lo implementaron.
“Estamos brindando un buen servicio con descuentos y promociones, mi llamado es a que entre todos nos colaboremos entre sí para que todo esto mejore”, mencionó Guzmán.
Fernando Jiménez, propietario de la mueblería ‘Muebles J.A. Popayán’, nos cuenta que en su barrio se han visto afectados también por La Covid 19 y que su negocio cerró los primeros tres meses de la cuarentena, Indica que hace poco reabrieron pero realmente es muy poca la clientela que llega. Además de haber tenido que cerrar el negocio se vio obligado a cancelar contratos de trabajo quedándose así, solo con tres empleados.
Otra problemática que ha surgido frente a este percance ha sido la inseguridad, pues este negocio al igual que el de la droguería, se ha visto afectado, por lo que la comunidad que habita el sector ha ido recolectando dineros para poder implementar un sistema de cámaras que beneficien a todos los negocios aledaños.
“Para que todo esto mejore hemos repartido tarjetas publicitarias en las calles y en las redes sociales, también hemos llamado a los clientes para que se acerquen e informarles que estamos laborando de nuevo y empezar de cero”, afirmó el ebanista.
Por otro, lado Pilar Tintinago, propietaria del negocio Placita Campesina del barrio Calicanto, también cuenta que a raíz de la pandemia se vieron obligadas a cerrar un antiguo restaurante que tenían en compañía de su hermana. Acota que fueron algo más de 4 meses de aventura comercial, pero infortunadamente no dio resultado por lo sucedido, por ello se tuvo que cambiar de negocio a Placita Campesina.
“Estuvimos sin trabajo casi dos meses y como el local es arrendado, los propietarios nos empezaron a cobrar casi dos meses sin importar que hubiera un virus, nos alcanzaron a cobrar casi 1.300.000 pesos”, anotó.
Pilar dice que tuvieron que cerrar el restaurante porque los protocolos que exigían eran mucho mayores a los de tener una Placita, por estos tiempos de Covid, pues para atender tendrían que llegar cierta cantidad de personas, a diferencia de la Placita donde no hay ese tipo de restricción.
La comerciante es además una de las más afectadas por la delincuencia, pues cuenta que hace poco intentaron entrar a su negocio de manera forzosa pero por para su bien no les fue fácil a los maleantes; por esta razón es la persona más interesada en adquirir el servicio del equipo de vigilancia por medio de cámaras y de esta manera sentirse un poco más segura por lo sucedido.
Finalmente, entre las estrategias que toman en este negocio está la buena atención, brindarle lo mejor a los clientes para que se vayan a gusto con sus productos y lo que necesitan y ofrecer un buen servicio con todos los protocolos de bioseguridad correspondientes.