NELSON PAZ ANAYA
El establecimiento de estrategias para la superación de la violencia en el sur de Colombia está vinculado a la forma como el estado central asimile las dificultades de la región, como ajuste los efectos de la globalización, interprete y resuelva las estadísticas que muestran las diferencias y las desigualdades, evalué en las últimas décadas la inversión pública, y como han sido históricamente los diversos procesos socioeconómicos.
Las manifestaciones de la protesta, con acentuado protagonismo de la juventud, sin distingos económicos, sociales, étnicos, ni regionales, estremeció las estructuras del estado colombiano, el pretexto pudo ser la presentación de la reforma tributaria, pero la razón de fondo necesariamente es el acumulado de resentimientos de hace muchos lustros, ante la ausencia de esos sueños incluso irrealizables con los que se hacen las naciones en la ilusión del futuro.
Es el ambiente del país, sin embargo, en el sur la situación es mucho más crítica, no en vano su territorio ha sido escenario de la más tormentosa literatura social, desde las crónicas de Indias, las campañas libertadoras y sus asesinatos como los de Berruecos, la Vorágine de Rivera, la María de Isaacs, la Sangre de David de Burgos, Siervos de Dios y Amos de Indios de Bonilla, y todos los estudios sobre su población.
Pero no es como de pronto se piensa, que son cosas del pasado, no, todo se repite con exactitud monstruosa, de pronto con formas disimuladas: la producción agropecuaria sometida a las mismas dificultades del siglo anterior y del pasado, el café es el referente, todos cultivan pocos se enriquecen, de idéntica forma la extracción de oro y otros minerales y los cultivos de uso ilícito, sacrifican a poblaciones enteras mientras las inmensas utilidades se acumulan, se lavan y se disfrutan en otros lugares, sin olvidar circulan por todo el sistema financiero nacional e internacional.
Todo depende de la política o de la forma como se conciba y se ejerza, y en los lugares en donde se pretenda, será imposible cambiar estos acumulados de desgracias, sino se da una innovación profunda de la concepción del territorio, porque de la protesta se puede pasar a la anarquía y de pronto a la dictadura de cualquier pelambre y entonces si será la debacle.
Conjugar las potencialidades del Valle del Cauca, con las del Huila, Caquetá, Amazonas, Putumayo, Cauca, Nariño y Choco, analizar por ejemplo las posibilidades de generación de energías alternativas para innovar la producción agropecuaria, el sistema vial, zonas francas adecuadamente instaladas, especializar los monopolios rentististicos y suministros.
Todo conduce a entender de manera elemental, que los limites geopolíticos de los departamentos no lo son para separar los asuntos sociales, no se puede pensar que los problemas del Choco, Huila, Caquetá, Putumayo, Nariño, Amazonas, son diferentes a los del Valle del Cauca, por el contrario, son parte de su desarrollo y a la vez de su convulsión social, no es casual el fenómeno de la protesta en sus calles y desde luego así lo están entendiendo sobre todo los dirigentes empresariales, son los efectos en sus entornos un poco más allá de sus cercas.
Es el momento de mirarnos como región de manera integral, sus universidades deben aportar la forma de unir sus expresiones culturales para a partir de ellas proyectar su crecimiento, los gobernadores crear esos lazos de interés en infraestructura de impactos recíprocos, esta zona necesita un modelo económico especifico, mucho se ha hablado de tener como base la gestión de los recursos naturales y el sector agropecuario, pero en concreto poco se ha avanzado.
Antes de todo se supone la creación de unos puntos de pensamiento convergentes, en el entendido de que no habrá grandes acuerdos, difícil superar los intereses de la lucha política por las visiones diversas y por los apropiamientos de los respectivos departamentos, pero hay que hacer el esfuerzo.
De pronto no se trata del todo de cuantiosas inversiones públicas o privadas, experiencias indican como los avances de la humanidad han estado pegados a la fuerza creadora de las emociones colectivas, que ponen a trabajar a todos por un propósito, sin reparar en el interés inmediato, sino en esa meta que al final cumple el objetivo de lo universal. No es bueno esconder que somos individualistas, que se tiene una concepción distorsionada del poder y la riqueza, pero con capacidad de discernimiento colectivo, para sumarnos con los vecinos.