RODRIGO SOLARTE
Nuestro presente es noticia de todos los días. Más que individuos veamos sus familias con las comunidades donde habitan, conformando la pluralidad social y cultural de esta región que llamamos suroccidente colombiano.
Los principios, valores, ética y moral, con los cuales se gobiernen las naciones en todos los niveles organizativos, van reflejando conciencias y voluntades para la acción comprometida o no con el pasado, presente y futuro que conforman o conformarán nuestras vidas, día a día.
Familias, regiones e historias, difieren en particularidades, uniéndonos la unidad geográfica como país, ubicado en esta esquina de Suramérica que llamamos, o nos enseñaron a llamar, Colombia.
Este Departamento, como muestra geográfica y humana, es como una síntesis del país y de su historia. Todos los climas con los cambios, todas las étnias, culturas, luchas, triunfos, derrotas y esperanzas, que las experiencias vividas por colectivos, familias e individuos, las irán acercando a la concreción y renovación, pues en el proceso vital, todo se convierte en procesos permanentes para mejorar las condiciones de vida inacabada de generación en generación.
En tratándose de violencias, los últimos veinte años gubernamentales han sido reciclados, por quienes las convirtieron en su modo de vida, consciente o inconscientemente, para mantener, a nombre de la democracia, su autoridad sobre las Instituciones y sociedad.
Los Acuerdos procivilizatorios o proderechos, incluyendo los territoriales, fundamentales para llegar a la convivencia planetaria interpretado desde la vereda, tampoco fueron bien recibidos, pese a que parte de la misma élite y la reacción armada a las injusticias, los acordaron dentro de la misma Constitución ( 1991).
Lo más cercano, está sucediendo en este 2022. Todos los estamentos de nuestra bicentenaria Universidad del Cauca, con la mayoría estudiantil cuantitativa, no solo citadina, como nueva generación proveniente de comunidades rurales: mestizas, negras, indígenas, con el potencial acumulado desde los ancestros, ha de imprimirle el aporte cualitativo a los procesos educativos, tanto en lo presencial como virtual de la era en la cual ya estamos.
Especial reto con la historia patria y de la misma Universidad, tienen todas y todos los profesores o maestros, en estos tiempos de definiciones tan importantes para la sociedad, familias y ellos mismos, conformantes multiestamentarios en las diferentes disciplinas del conocimiento. La de Ciencias naturales, exactas y de la educación, está cumpliendo medio siglo de compromiso con la región y el país.
De alguna o de muchas maneras, los EGRESADOS, jubilados o pensionados, además de defender nuestros derechos, podemos y debemos solidarizarnos con las nuevas generaciones comprometidas con el futuro de nuestra ALMA MATER, en esta era del conocimiento y la misma convivencia integral que aspiramos como derecho y deber de los caucanos y colombianos.
Todas son conocimientos y ciencias para la VIDA y convivencia, para superar como especie las sucesivas guerras y pandemias, susceptibles también de ser prevenidas o mejor manejadas y tratadas cuando corresponda.
Los financiadores de procesos científicos en marcha, acelerados también por la Pandemia Covid-19, que desenmascaró de una vez por todas las desigualdades e injusticias humanas y con el planeta, existentes por la concentración de privilegios en estos tiempos de capitalismo Neoliberal, persistencia del Colonialismo y Patriarcado, buscan llegar hasta el conocimiento para el control del funcionamiento humano por los instrumentos que continuarán inventando.
En este largo proceso de dominación, versus, liberación, una especie de civilización híbrida, como el que ya se insinúa entre presencialidad- virtualidad, veremos, dependiendo de la humanización de las llamadas ciencias duras o exactas, y tecnificación concertada de las ciencias humanas y sociales, componentes de la integralidad formativa y de capacitación técnica, para el cercano y lejano futuro que concibamos.