MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
Acompañé a mi padre a comprar semillas de frutales a Olaya, en Balboa. Allí don Alexander Ibarra nos dio posada y nos invitó a pescar en el río Capitanes. Mientras los peces picaban, él contó historias que aún me ponen la piel de gallina:
—Es peligroso asustar a la gente, porque en una de esas se puede perder el alma. Si la persona asustada deja de comer, le duele la cabeza, presenta diarrea o vómito, hay que llevarla de inmediato donde un curandero para que le devuelva el alma “y le llame del susto”. Eso le friccionan aguardiente con tabaco y le oran: “Vení, vení, no te espantés, vuelva el espíritu divino a tu cuerpo otra vez…”. “Vení, vení, julano de tal, vení con los ángeles, el misterio y la Santísima Trinidad”.
»Por eso al que está dormido hay que despertarlo suavecito, ya que puede ocurrir que el alma no esté con él. Si por la violencia al llamarlo se despierta sin ella, entonces pierde la razón o comienza a sufrir ataques epilépticos.
»Ahora, si el alma se ha ido por maleficio de la envidia, es muy difícil recuperarla, puesto que es como si la persona se muriera físicamente. Pero si es por susto o porque en el sueño se encontró con un “alma detente”, hay posibilidades de que la curandera lo salve. Los espíritus de las personas que se mueren por un accidente trágico, cuando todavía no tenían que morir, son almas detentes, ¿me entienden? Son ánimas detenidas en el espacio y en los sueños hasta que se cumpla la fecha verdadera de su muerte.
»En el Patía creemos que cuando la gente duerme, su alma se aleja de su cuerpo, como si muriera. A eso le llamamos la muerte chiquita. Dormidos podemos viajar grandes distancias, vivir otras vidas y hablar con otras almas, incluso hay algunas detentes que suelen pedirles, a las de los vivos, que les hagan rezos o misas mientras llegan a la presencia de Dios.
»Pero lo peor de todo es cuando en el sueño el alma de la gente se tropieza con la de algún brujo que lo busca para hacerle maldad. Porque ellos tienen el poder de entrar conscientes a los sueños para encontrarse con el espíritu de su víctima, atraparlo y hacerle maleficio.
»Los brujos suelen reclutar o someter almas detentes, de esas personas que fueron malas en vida, para que les ayuden en sus actos de brujería. Así, afectan la salud, la suerte y el destino de la víctima, hasta lograr la desgracia, la locura, la pobreza… incluso hasta la muerte.
»Hay nigromantes que esconden el alma capturada en vasijas de barro y el afectado andará haciendo huecos tratando de encontrarla por el resto de sus días. Hay otros que le prenden fuego y la víctima comienza a padecer enfermedades raras e incurables. Pero los peores, ¡Dios nos libre!, son aquellos que tiran el espíritu cautivo a un río, haciendo imposible volverlo a encontrar.
»¡Eso sí. Hay curanderas con almas detentes que son buenas y están con Dios para ayudar!
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