Por: Luis Hernando Rincón Bonilla
Profesor Jubilado Universidad del Cauca
“Las mentes jóvenes que están formadas por nuestras instituciones deben estar equipadas con el conocimiento, las habilidades y la capacidad para responder a los desafíos cada vez mayores del cambio climático. Todos debemos trabajar juntos para nutrir un planeta habitable para las generaciones futuras y desempeñar nuestro papel en la construcción de un futuro más verde y más limpio para todos”
Carta de más de 7.000 Universidades frente a la emergencia climática. Julio de 2019.
Con motivo del lanzamiento, febrero 16 de 2021, del libro: Cómo evitar un desastre climático, del empresario informático y filántropo estadounidense Bill Gates, donde sostiene que el cambio climático es más difícil de resolver que cualquier epidemia, vale la pena considerar el papel protagónico que frente a esta problemática deben ejercer las Universidades, como espacio donde se buscan soluciones a los problemas de la humanidad y se diseñan, estructuran y ponen en funcionamiento estrategias e innovaciones para el avance de las ciencias y el conocimiento en todos los ámbitos del quehacer humano.
En este sentido, es necesario recordar que desde 1990, un apreciable grupo de líderes universitarios del mundo publicaron un ambicioso plan de acción para hacerle frente a la inminente degradación del medio ambiente y la progresiva pérdida de sostenibilidad de los recursos naturales. Plan construido alrededor de cuatro pilares: El aumento de la conciencia sobre el desarrollo sostenible del medio ambiente, Crear una cultura institucional basada en la sustentabilidad, educar para apoyar una ciudadanía consciente de la responsabilidad ambiental y la práctica de la ecología institucional. Esta declaración fue el detonante para que progresivamente surgieran una gran variedad de alternativas lideradas por las instituciones de Educación Superior, encaminadas a estimular la toma de conciencia en las sociedades y desarrollar acciones para frenar el cambio climático.
En las últimas décadas del siglo pasado el Cauca ha sufrido varios fenómenos naturales, que han impactado significativo la vida de sus gentes, entre ellos el terremoto que afectó a Popayán y municipios vecinos, marzo 31 de 1983, teniendo una importante trascendencia en los procesos sociales, económicos, culturales y políticos de la ciudad y la región. La Universidad del Cauca no fue ajena a la dinámica social que se generó a raíz del movimiento telúrico, uno de los mayores efectos fue que el Alma Mater tuviera que salir de sus claustros para hacer presencia y contribuir, desde los diferentes enfoques de sus procesos formativos, a la búsqueda de soluciones a la problemática que afectaba su entorno.
La Universidad tuvo la oportunidad de mezclarse y comprometerse con una comunidad que la percibía distante e indiferente a sus necesidades y anhelos. Ella progresivamente se ha vinculado a su entorno regional, a través del programa de descentralización, los procesos de investigación, asesoría y extensión, lo cual ha contribuido a fortalecer su imagen y sentido de pertenencia en las comunidades a nivel local, regional y nacional.
A pesar que, desde finales del siglo pasado, la humanidad ha vivido una “metamorfosis” en todos los aspectos de la vida; el Covid-19 de repente nos llevó, en un lapso de pocos días, a un cambio brusco e inesperado en el quehacer cotidiano de los habitantes del planeta y las dinámicas institucionales, especialmente las relacionadas con la educación. De repente 1.570 millones de estudiantes de 152 países, incluido Colombia, tuvieron que cambiar sus comportamientos, hábitos y costumbres escolares, fenómeno que ha generado una verdadera revolución copernicana en los sistemas educativos, para enfrentar los requerimientos del nuevo escenario, en especial, la cultura de la presencialidad como nota distintiva de la escuela en todos sus niveles y modalidades.
En este contexto, la Universidad debe atender las necesidades educativas de la región, para ello requiere transformarse en una comunidad de aprendizaje, lo que implica articular todos los recursos educativos y culturales de su entorno geográfico y social, para atender las necesidades de aprendizaje de los diferentes grupos etarios que lo componen. Ello apunta a desarrollar un proceso educativo integral, participativo y permanente, el cual, como se puede deducir, la generalidad de las instituciones educativas del país dista mucho de constituir comunidades educativas, en donde la educación virtual puede tener sentido, para que el conocimiento pueda estar al alcance de cualquier persona y lugar, y así poder interactuar desde una perspectiva crítica.
Colombia, por ser un país megadiverso con muchos desequilibrios en su desarrollo, es uno de los que presenta mayores riesgos frente a los fenómenos climáticos, es decir, es muy vulnerable ante las contingencias climáticas, como lo demuestran los recientes eventos acaecidos en varios lugares de nuestra geografía. De acuerdo a varios estudios realizados, el país está muy propenso a sufrir los efectos de la falta de mitigación y adaptación al cambio climático. Estas circunstancias exigen de las Universidades, liderar múltiples acciones para orientar y apoyar a las comunidades y gobiernos a fin de generar alternativas creativas en donde se evidencia el papel de la educación y la cultura, como ejes dinamizadores, para enfrentar la crisis climática, en donde la cultura sea el motor que oriente la formulación de políticas públicas y la ejecución de planes y proyectos participativos que apunten a mantener, reconstruir y fortalecer los recursos naturales y la sustentabilidad del desarrollo del país
Desde el punto de vista académico, se sugiere que la Universidad estructure un eje de formación transversal sobre la problemática del cambio climático, encaminado a desarrollar actitudes, comportamientos y conocimientos para que sus egresados puedan liderar y orientar acciones en sus comunidades frente al drama climático existente.
Elaborar una estrategia encaminada a fortalecer, en la comunidad universitaria, actitudes y comportamientos amigables con los entornos naturales que existen en el campus universitario, velar por su conservación en el horizonte de que la Universidad del Cauca, se transforme progresivamente en una Universidad Verde.
Programar y desarrollar seminarios y eventos dirigidos a los integrantes de la comunidad institucional y externa para socializar y profundizar en varios aspectos de interés general orientados a construir conciencia social y fortalecer los procesos de mitigación y adaptación a la problemática climática.
Estimular la constitución y desarrollo de grupos de investigación inter y transdisciplinarios de docentes y estudiantes que estudien y formulen alternativas de solución a los problemas ambientales de la institución y del entorno local y regional.
Que la Universidad del Cauca lidere la constitución de un grupo de trabajo con las demás instituciones de educación superior que tienen programas académicos en la ciudad y el Departamento del Cauca, organizaciones privadas con interés en el cambio climático, para que asesore a las instancias del estado y la sociedad civil en la formulación y puesta en marcha de proyectos, programas y acciones relacionadas con los fenómenos climáticos, para darle pleno sentido al planteamiento que dice: “La problemática del cambio climático es compromiso de todos”.
Las universidades desempeñarán un papel clave en la planificación de los futuros entornos urbanos y rurales, de acuerdo con los pronunciamientos de las Naciones Unidas para ciudades seguras, saludables, accesibles, asequibles, resilientes y sostenibles, así como en la investigación y la formación sobre planificación y desarrollo de alternativas viables frente al cambio climático, como una de las prioridades para el futuro de la vida institucional. Por ello, es necesario promover el estudio de la problemática climática desde un enfoque interdisciplinario que combina perspectivas técnicas, legales, económicas y sociales.
Existe una sólida justificación para que los gobiernos nacionales, regionales y locales consideren la posibilidad de dar mayores espacios de participación en la formulación de las políticas públicas al Alma Mater. Esto es justo, racional y en el interés mutuo de los ciudadanos y todos los niveles de los gobiernos locales y regionales, además para que la Universidad pueda alcanzar en pleno sentido de ser el faro que ilumina el futuro de Popayán y el Departamento del Cauca.
Para finalizar, me parece de mucha importancia compartir con los lectores los planteamientos del grupo de investigación sobre el cambio climático de la Universidad de Camagüey Cuba: “La universidad constituye el espacio idóneo para materializar la educación ante el cambio climático, dada la misión y el importante rol que tiene en la formación y educación de los futuros profesionales, los cuales deberán enfrentar, desde una posición transformadora y protagónica, los desafíos que impone dicho cambio en diferentes contextos: social, económico, cultural y político.