Víctimas del “gota a gota”

Por: Richard Fredy Muñoz
Twitter: @RichardFredyM
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Para un indefinido número de colombianos que arriesgan hasta sus vidas y sus familias por obtener un ‘plante’ para sus negocios, los créditos informales conocidos como “gota a gota” se han convertido en la única  manera de subsistir.

Los prestamistas conocidos como “agiotistas” exigen intereses que en algunos casos alcanzan 35% mensual y a la hora de cobrar no tienen contemplaciones. Los medios coercitivos van desde la intimidación y las amenazas hasta el sicariato.
 
Cuando un ciudadano del común intenta acceder a un pequeño crédito bancario, digamos dos millones de pesos, tiene que demostrar con todo tipo de certificaciones y condiciones, que no necesita ese préstamo. Esto deriva en millones de personas obligadas a acudir a los agiotistas para mover sus pequeñas empresas informales.
 
En el “gota a gota” no se exigen fiadores ni se consulta el reporte de Datacrédito, pero la demanda principal es básica y escalofriante: si no cumple con la cuota de interés diaria o semanal, se paga con la vida.
 
Entre más se desciende en la escala social de los afectados, más difícil se vuelve la supervivencia de quienes acceden a estos préstamos.
 
Según un estudio de una corporación financiera, por un crédito de 500.000 pesos, muchos colombianos humildes son obligados a devolver 600.000 en cuotas diarias de 60.000 pesos, lo que significa que el interés diario es de 2%, el mensual de 73% y el anual llega a la desbordada cifra de 70.780%.
 
En otras palabras las ganancias se van al pago de intereses y de la cuota diaria, lo que significa que el asfixiado acreedor nunca podrá liberarse de sus prestamistas.
 
Hasta la fecha, este delito que suele pasar desapercibido no tiene ningún control ni reglamentación. Lo que le sobran son nombres propios: extorsión y usura.
 
Alrededor del negocio arbitrario se moviliza un ejército de  cobradores motorizados que intimidan a quienes se rezagan en las cuotas. Según fuentes de la policía, 10% de los homicidios en ciudades como Cali están relacionados con los préstamos “gota a gota”.
En el Congreso de la República anuncian la radicación de un proyecto que pretende ponerle fin a esta red ilegal de los usureros, para dejar los microcréditos en manos de entidades responsables, con bajas tasas de interés y sin los requisitos inalcanzables que exigen las corporaciones bancarias.