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OLMEDO GUACA TIMANÁ
Parodiando esta frase típica empleada para dar garrote a instituciones educativas cada principio de año escolar cuando la extensa larga de lista presenta elementos inútiles como 30 rollos de papel higiénico, para dar solo un ejemplo. Se presenta, en esta columna, personajes y hechos inútiles con apariencia de utilidad, pero que en realidad son inútiles y me refiero a propuestas, leyes, decretos, pues por algo se dice que Colombia es el país de las leyes: inútiles, inaplicables, distractoras, populistas, cortinas de humo para no permitir ver realidades como la corrupción y otros vejámenes violación de los derechos humanos, delitos de lesa humanidad, seguimiento a procesos de gran envergadura, es decir a nuestra política que es oficial del tape tape a los grandes de cuello blanco.
Por lo tanto, se ha perdido esa eficacia, eficiencia de nuestras leyes y actos de servicio social, de impacto en el tejido macro, de respuestas a las realidades sociales, culturales, políticas, económicas y culturales. Entonces tales leyes y personajes artistas, politiqueras y populistas salen con bombos y platillos exponiendo sus proyectos de leyes dizque para el pueblo, dizque por amor a los colombianos.
Vale la pena preguntarse: ¿Esas leyes son útiles, necesarias, frente a nuestras necesidades reales?, ¿A quiénes benefician en el fondo?, ¿Dan respuesta a las aspiraciones de la comunidad?. Veamos algunos ejemplos de propuestas, leyes y personajes y si valió la pena esos debates y ese tiempo perdido en meses de alegatos y peleas que todos sabemos que se dan allá para hacerle creer al pueblo que lo defienden pero que en realidad al final todos van por el mismo camino oscuro, fétido, de componendas y beneficios a los de arriba, a los banqueros, a los industriales mientras los de abajo idolatran a los falsos dioses y salvadores de su situación.
¿Valió la pena meses de debate sobre la ley del carriel como patrimonio nacional que Uribe se erigió como el patriota más grande a sabiendas que los excelentes y estupendos paisas de buen corazón ya no lo leen y que siempre el carriel, el poncho, la bandeja paisa los colombianos los llevamos en el corazón como imagen de Colombia?. Para no ir tan lejos, una revisadita a los cientos de decretos de nuestro presidente cada tarde, ¿Si se están cumpliendo, si van dirigidos a los vulnerables o a los ricos banqueros?,¿Ha servido el Artículo 11 del 91 que dice que no habrá pena de muerte cuando el Estado es incapaz de defender la vida, honra y bienes de campesinos, líderes, negritudes y de los colombianos de a pie y a diario asesinan por todo lado a pesar del Cauca estar con tanto batallón?, o el Artículo 34 del 91 que dice que no habrá destierro, cuando miles de colombianos deben abandonar sus tierras porque no hay garantías de vida.
Aterrizando en nuestra región, nuestro flamante congresista Temístocles Ortega abre el debate sobre si o no debe ir la obra del maestro Martínez Apoteosis de Popayán o Canto a Popayán, en vez de abrir debates sobre la cruda realidad de los tenderos, restaurantes, Instituciones Educativas sin internet ni computadores para los estudiantes, sobre los pequeños comerciantes, los habitantes de calle, ancianos a la intemperie bajo puentes y portones, el desempleo y tanto problema que vive nuestra capital y el Cauca. Ese debe ser el debate señor congresista. Acuérdese de sus paisanos que salen a la carretera a regalar los hijos, los cientos de campesinos de las veredas Potrerito, San Juanito y muchas otras y todos esos lados que no tienen tierras para trabajar, del acueducto de su municipio, de los del Bordo sin agua potable. Esos son los debates serios, responsables, éticos y no hacer ruido con un símbolo que es patrimonio de nuestra gloriosa Alma Mater de la cual usted no parece orgulloso y lo peor, no tiene idea de las simbologías que subyacen en este óleo.
Estos son los debates inútiles en los cuales cabe nuestra clase política dada su intutilidad para los caucanos.