Una Trump-ada al planeta

JAIME BONILLA MEDINA

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Los procesos históricos nos demuestran que las grandes naciones trazan una curva de inexorable cumplimiento: nacen, guerrean, invaden, crecen, imperan y declinan. Al parecer, el actual presidente gringo está interesado, con sus decisiones discordantes, en acelerar el fin del imperio. La última ha sido una verdadera agresión al, hasta ahora, maravilloso mundo que habitamos: retirar a los EEUU de los acuerdos climáticos de Paris.

Desmenucemos algunos de los peligros amenazantes con provocar daños irreversibles al planeta:

Efecto invernadero. Denominado así por la similitud al fenómeno que ocurre cuando se eleva la temperatura en los cultivos cubiertos, pero permeables al paso de la luz solar. Algunos gases, llámense dióxido de carbono o metano (gases invernadero), producto del abuso de combustibles fósiles, fertilizantes, industria, trasporte, deforestación; se acumulan y acaban con el ozono de la atmósfera formando una capa (smog) que impide su regreso al espacio y la liberación de energía en forma de irradiación proveniente de la tierra atizada por los rayos solares, con la consiguiente retención de calor y aumento de la temperatura del planeta conocido como calentamiento global, a su vez generador del cambio climático.

Ya vivimos algunas consecuencias de este grave círculo vicioso: deshielos en los polos y cambios en el nivel del mar. Un globo terráqueo superardiente y contaminado; asiento de sequías prolongadas con deterioro de la calidad del agua, de la vida humana, fauna y flora. Incendios de bosques con incremento de la deforestación. Agotamiento de los árboles en la función purificadora de CO2. Alza térmica de las aguas marinas con más tormentas, huracanes e inundaciones. Acúmulo de irradiación y cáncer de piel.

La Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro (1992), marcó la toma de conciencia internacional sobre el riesgo del cambio climático. El Protocolo de Kyoto en 1997 ya obligaba a reducir las emisiones de gases a un 5,2% menos del promedio para 1990.

En diciembre de 2015, 195 países firmaron la Conferencia de París sobre el Clima (COP21), el primer acuerdo vinculante mundial. Son principios fundamentales:

– Objetivo: instaurar un plan de acción para reducir, a largo plazo (2070), la emisión de gases con un tope máximo de aumento 1,5ºC de la temperatura global.

– Método: abolición de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas Se utilizarán métodos naturales o artificiales con el fin de llevar a cero, en la segunda mitad del siglo, la emisión de gases invernadero.

– Transparencia: las naciones deberán mejorar sus objetivos cada cinco años. La primera vez será en 2020. Se establece un mecanismo de rendición de cuentas para evaluar los avances logrados.

– Daños y perjuicios: se acuerda evitar, reducir al mínimo y atenuar los desastres causados por el cambio climático. Cooperar monetariamente en ámbitos como los sistemas de alerta, emergencias y seguros contra los riesgos, en los países más pobres.

– Apoyo: al tratarse de un problema internacional, se instituye que los países ricos cooperen con los países subdesarrollados. Entre 2020 y 2025 deberán poner a disposición 100.000 millones de dólares para lograr el objetivo de la reducción del calentamiento.

– Papel de las ciudades, sociedad civil y el sector privado: son claves en la lucha contra el cambio climático. Se les anima a esforzarse por aminorar las emisiones y tomar conciencia del problema.

Como reza en las placas de los fieles devotos incrustadas en los muros de las iglesias: “gracias Míster Trump por los favores recibidos”.