Un descanso

phanor teranPHÁNOR TERÁN

Aníbal, poeta, al lado de su mujer, contemplan el paisaje de los cerros tutelares que al pie de la vista se levantan hasta los 2.200 metros, sobrevivientes de las quemas y del inclemente verano. Desvían la mirada hacia las callejas, antiguos callejones. Observan el deambular cansino de algunos ancianos y el alegre corretear de niños desprevenidos.

¿Para descansar, qué más se puede pedir?

A pesar de las inclemencias del Niño, el agua de la Quebrada El Colcha todavía serpentea entre guaduales y palos bobos.

Con sus guías-anfitriones han planeado disfrutar unos macaronis exquisitos, en la posada de Ángela, tomarse un buen tinto, y repasar las viejas historias con sus amigos que los han sorprendido con la invitación a Tunía.

Al frente, justo al pasar la carretera se levanta El Campanario, donde entre otras opciones han planeado el descanso en estas cortas vacaciones que se han dado para soportar el trasegar de la ciudad: suficiente zona verde, más que deseado silencio, entre begonias, helechos, palmas sin fin, epes, pinos de larga data, eucaliptos, taches desconocidos, y la siempre presencia viva y exuberante de los tulipanes africanos.

“Tendremos tiempo de ir a Silvia, que para nuestra sorpresa está aquí a la vuelta de la esquina.

Juanita piensa reconciliar su fe católica en el Santuario de la Virgen de Piendamó, a solo 5 minutos y visitar algunas de las artesanías, cerámicas, tejidos, talleres artesanales” que en cualquier recodo de la población y del paisaje rural se entreveran en el variopinto camino para estirar las piernas y darle larga a la pereza.

No es un derroche de recursos ahora que la situación no está para despilfarros. Cómodo, si se quiere, que le permite a los lugareños obtener algunos recursos y a los visitantes que pueden sin premuras y sin ostentaciones obtener un beneplácito: los que están dispuestos a su recogimiento espiritual, encontrarán las diversas manifestaciones religiosas con las procesiones y los actos en la imponente iglesia que enmarca el bello parque donde concurren las más variadas culturales locales: campesinos, habitantes del poblado, peregrinos, nativos que retornan cada año en busca de sus ancestros y sus recuerdos imperecederos.

¡Qué más se puede pedir!