Tolerancia y Comprensión

JESÚS ARCOS SOLANO

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Una opinión modesta es la que voy a expresar sobre las reacciones que se producen en las personas cuando no comparten alguna acción, que afecta su manera de ser. Parece que fuera algo congénito en nuestra condición humana; estamos siempre en desacuerdo con ciertos hechos que juzgamos como obligatorios. No aceptamos imposiciones ni restricciones; protestamos por naturaleza. Nos gusta hacer la voluntad propia; lo que no se opone a nuestro criterio. Respeto otras opiniones; pero estoy seguro, que este escrito generará “rasquiña”. Somos como felino al acecho.

Cuando somos niños, ya somos rebeldes; si nos quitan un juguete que nos gusta, viene el berrinche; en la adolescencia y juventud somos más contestatarios y respondemos de inmediato. Los papás tienen que sortear situaciones engorrosas.

En las oficinas es palpable el malestar que causa el hecho de que un jefe, coloque un reloj para controlar la entrada y salida de los empleados; esto no es de buen recibo; en el acto, viene la abierta oposición contra la medida. Hay que cambiar el jefe, es un dictador. Todos estos casos y otros son pan de cada día.

Claro, que hay mucha gente tolerante, calmada, reflexiva, que acepten de buen agrado las ordenes, porque juzgan, que son necesarias, aceptables; benefician a la comunidad. Otros llamaran estas gentes; arrodillados, chupamedias, lambones y quien sabe que más.

En reunión de oficinas o en cualquier recinto, con sobrada razón, se prohíbe el abuso del celular; viene de inmediato el grito en el cielo; que se está en contra de la libertad de expresión, que es un atentado contra los derechos humanos; cuando es una medida claramente requerida, hasta de buena educación.

Como vemos, nos gusta hacer lo que nos viene en gana.

Debe imponerse la razón, el buen juicio, el discernimiento. Para no ir muy lejos, la Oficina de Transito, como medida pone reducir la accidentalidad, ordenó colocar en sitios críticos, unas “bandas alertadoras”; ya aparecieron las voces en favor y en contra, con argumentos valederos, unos y otros; pero notamos, que siempre salta la controversia. Lógico, que la controversia inofensiva, respetuosa, sin insultos, es bienvenida, es saludable; hace que se corrijan fallas, que son humanas sobre el tema, el Director de Tránsito con explicaciones claras y contundentes, expuso la razón, de ser la medida con un lenguaje mesurado y convincente, que acepta el más recalcitrante opositor.

Hay medidas, que aunque no nos gusten son indescartables y son de obligatorio cumplimiento.

A los usuarios nos incomoda la imposición, la vigilancia, el control; pero éste es absolutamente necesario, conveniente e ineludible. Analicemos las cosas con cabeza fría, sin prevenciones y encontramos justificaciones; todo esto, traerá como consecuencia, un pacífico entendimiento y comprensión, y todos tan felices.