Todo a las malas: pésimo ejemplo

OLMEDO GUACA TIMANÁ

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Los presidentes de Colombia nunca aprenden, se parecen a algunos técnicos de fútbol: tercos, tozudos, prepotentes y siempre se la juegan con la de ellos sin ver con objetividad las mejores opciones hacia la solución de los conflictos.

Lo que es peor, a los problemas sociales, a las marchas por la dignidad de los colombianos, cuando piden lo mínimo a sus necesidades básicas insatisfechas o a sus derechos fundamentales consagrados en la Constitución: vivienda, trabajo, salud, educación, derecho a la vida, entre otros, la respuesta no es política sino de leguleyadas y en el peor de los casos la respuesta es el tenebroso ESMAD con sus gases lacrimógenos o sino negando lo innegable, lo peor mintiendo en forma descarada como aquello que “El paro agrario no existe”, “Los maestros se ganan 60 millones al año” . Toda clase de despropósitos alardean ministros, viceministros, firman convenios como con ASOINCA, tres veces firmas y tres veces, como dicen los muchachos: pistola.

Hacen falta nuevos paradigmas desde arriba hacia abajo, desde el presidente hasta el alcalde del más recóndito lugar. Paradigmas que deben enseñarles en las universidades especialmente en las extranjeras que es en donde estudian los presidenciables y en las de linaje en Colombia de donde salen presidentes, ministros, banqueros y burócratas de toda laya. Paradigmas que les enseñen a resolver los conflictos a tiempo, a desarrollar el olfato para visionar soluciones con certeza, pertinentes y eficaces, a cumplir las leyes para el bien social y no para los grupos que los apoyan para las elecciones que siempre son los cinco grupos ricos de Colombia y que nos manejan la economía, los medios de alienación-comunicación- a su antojo.

Nuevos paradigmas que les pongan el chip a que no sea todo a las malas: paros de campesinos, de negritudes de FECODE, de la rama judicial, de camioneros y de tantos otros. Que ese chip sea con mucha inteligencia, con la visión de una mediación eficaz y a tiempo, un chip con capacidad de acción con certeza no para mentir ni engañar sino para solucionar de una forma contextualizada, conversada como dicen los abuelos, y especialmente con un chip de honor a la palabra y a la firma para que no estemos en este círculo vicioso que en dos años los paros de ahora vuelvan con mayor fuerza por esa falta de educación de darle a la palabra y a la firma el valor ético y moral.

Además las universidades de donde egresa la burocracia parece habérseles olvidado orientar algo vital: la ética, la moral, la honradez, no el de los grandes torcidos y corruptos, el valor de la palabra, el valor de los convenios escritos, el respeto por quienes los eligen. De no ser así todo seguirá igual: Todo a las malas: pésima cultura de los gobernantes.

Se oye 01: La inmensa mayoría que votó por su alcalde patojo detesta que en ni siquiera a la mitad de su mandato ya se lo quiera sacar a sombrerazos y se sienten irrespetados.

Se oye 02: Nadie da razón de los colegios nocturnos, al fin y al cabo cómo quedó la vaina.