Sobre los planes de desarrollo
Los gobiernos del Cauca y de Popayán presentaron a consideración de sus respectivas, Asamblea y Concejo, los planes de desarrollo. Son los documentos que fijan el camino, el derrotero a seguir y por qué no decirlo: la impronta de los gobernantes actuales.
En muchos casos -los ejemplos pululan- los planes de desarrollo son documentos extensos, a veces mal redactados, a veces inconsistentes, donde se fijan programas, metas de inversión, proyectos a ejecutar, sectores a impactar y planes a consolidar durante el tiempo que le resta a los gobiernos, que si se considera en tiempos reales les queda algo más de tres años y ocho meses. Es el tiempo de demostrar si todo aquello que se les ocurrió proponer, como candidatos, en campaña y lo que acopiaron una vez sentados en el poder, se puede ejecutar o qué tanto de eso logran.
Ahora vendrán las discusiones en las respectivas corporaciones, las llamadas sustentaciones, los acompañamientos y el cruce de llamadas para que el proyecto no naufrague. También hay que decirlo, esos cuerpos colegiados tienen políticos que brillan por su falta de preparación, su falta de conocimiento en los temas financieros y más allá de ello, la escasa dedicación a estudiar los documentos en profundidad. No son todos. Uno que otro, con sus intereses propios tratan, hábilmente, de colgar allí sus iniciativas para después venderlas a sus electores como grandes logros.
Más allá de nombres rimbombantes, documentos largos y a veces incomprensibles, lo que realmente le debiera importar a los gobernantes es la ejecución en campo de todas esas iniciativas plasmadas allí; porque está más que demostrado que el papel puede con todo y puede hasta descrestar parroquianos. ¿Cómo quieren los gobernantes de turno que los recuerden? Es esa la pregunta que se deben hacer cuando se miran al espejo. Y es la marca que le deben inculcar, al pie de la letra, a todos los integrantes de sus equipos de trabajo.
¿Quieren que los recuerden como los ejecutores? ¿Quieren que los recuerden como los gobernantes de sectores específicos como la salud, la educación, etc.? ¿Quieren realizar, por fin, las obras dejadas de hacer por décadas y sobre la cual sus antecesores prometieron y prometieron y no cumplieron? Seguramente, si todos los días se acompañan de esas preguntas les irá mejor.
Sumado a lo anterior, la buena gestión también significará recursos del Gobierno nacional para lo cual es clave el lobby que los amigos del presidente Duque e incluso la propia bancada caucana, les ayude a gestionar. Y lo más importante: deben espantar el fantasma de la corrupción en todas sus acciones.
Hoy, los administradores políticos y funcionarios públicos que están en la mira de la opinión pública y son celosamente vigilados por los organismos de control por sus primeras incursiones en contratación pública, están a tiempo de recomponer el camino, hacer las cosas bien y demostrar, con creces, que los ciudadanos no se equivocaron en elegirlos por respetable mayoría.
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