Si queremos una ciudad posible y vivible para todos

ÁLVARO GRIJALBA GÓMEZ

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Para edificar una ciudad posible y vivible, tenemos que pensar en las múltiples formas que existen para lograr o alcanzar el desarrollo integral de ésta, que permita a quienes habitamos y hacemos parte de este conglomerado social, utilizar el potencial que poseemos, para sobre esas bases anclar el andamiaje de una colectividad sólida y fuerte.

Ciudad posible y vivible, es aquella en la cual los derechos a la vida, la salud, la educación, el trabajo, la honra, la igualdad, la justicia, el ambiente sano, la seguridad generadora de confianza para la inversión, la tolerancia y el respeto a la diversidad, entre otros tantos más, sean prioridad de la coexistencia y armonía entre los seres humanos.

El trabajo serio, honesto y eficiente, tanto en lo público como en lo privado, que determina grandes retos y sacrificios, si aspiramos a que las cosas salgan bien, y las metas y objetivos que nos planteamos se puedan alcanzar, debe encaminarse siempre al favor colectivo y beneficio general de la comunidad.

Cuando se labora con honestidad, eficiencia, pertenencia, entrega y se asumen responsabilidades de fondo en la administración y el servicio público, estamos dando pasos firmes hacia la estructuración de una Ciudad posible y vivible.

Son incontables las horas de largas jordanas sin descanso, las angustias y sinsabores, los riesgos y peligros que se corren, cuando así se piensa, para explorar nuevas formas de construir y armar estructuras sólidas para mejorar la calidad de vida de las comunidades y alcanzar el desarrollo completo de las mismas.

Pero muchas veces, los destinatarios de esas positivas acciones, no entienden, no comprenden, no captan, no asimilan, no visibilizan que detrás de todas ellas, existe todo un proceso de entrega y consagración, por parte de quienes tienen la responsabilidad y la obligación de ejecutarlas, y aflora la incomprensión, la insatisfacción, las envidias o el negativismo para demeritar el trabajo y los esfuerzos que se hacen para dar satisfacción a tantos requerimientos que la sociedad exige para su bienestar colectivo.

A nivel humano, histórico, religioso, científico, cultural, intelectual, paisajístico, arquitectónico, étnico, geográfico, de recursos naturales etc., los caucanos y payaneses posemos una inconmensurable riqueza, que demos aprovechar adecuadamente para ese fin.

Nuestra Ciudad será vivible, si entendemos que esos recursos son susceptibles de redistribuirse con generosidad para generar empleo, prosperidad y mitigar el dolor de tantas personas sometidas al yugo de la pobreza indiscriminada, en un mundo lleno de riquezas mal distribuidas.

Esta será posible, si volvemos a recuperar la seguridad perdida, inspirar confianza en la inversión que trae consigo trabajo, empleo y desarrollo a las comunidades agobiadas por la corrupción, la violencia, la descomposición social y todos esos males convertidos en pandemias que hay que exterminar y extirpar con firmeza y autoridad.

Si nuestros gobernantes y líderes encausan las acciones gubernamentales y políticas en este sentido, estaremos ayudando a construir una sociedad coherente y más justa, pensando con gran responsabilidad en la construcción de una nación, de unos departamentos, unas ciudades y una sociedad posible y vivible para todos.

Nuestra amada Popayán, bruñida sobre el bronce de su héroes, sabios y poetas, hay que llevarla visionariamente con un manejo honesto gerencial y transparente hacia un desarrollo integral ordenado, que no atropelle sus valores, no destruya su pasado y desfigure su historia, invaluables tesoros de nuestra identidad, y estos se mantengan como soporte irreemplazable para labrar un promisorio futuro para las generaciones venideras.

Para forjar una Popayán verdaderamente vivible, debemos aportar todos y cada uno de quienes la habitamos, los raizales, los que han llegado de otras partes y han establecido aquí sus hogares, sin distingos de credos, razas y condiciones sociales, teniendo un gran sentido de pertenencia por ella, respetándola, amándola, protegiéndola, conservándola, entendiendo que ésta es nuestra madre amantísima, la que hoy nos alberga con inmenso amor y es vuestro deber hacerla posible y vivible para todos.