Reflexiones a propósito del Bicentenario



Aprovechando la oportunidad de revisar la historia y preguntarnos por lo acontecido durante un periodo fundamental en la historia de la Nación.

Por María Alexandra Méndez Valencia
Especial para El Nuevo Liberal

Oleo que representa a Bolívar guiando al ejército patriota en la Batalla de Boyacá.

Otra pintura sobre el enfrentamiento que nos otorgó la Independencia definitiva el 7 de agosto de 1819.

Las celebraciones son excelentes momentos para hacer balances. Las efemérides de episodios emblemáticos invitan a evaluar el pasado, reflexionar sobre el presente y a hacer apuestas a futuro. En particular, la conmemoración de la Independencia de Colombia permite aprovechar la oportunidad de revisar la historia y preguntarnos por lo acontecido durante un periodo fundamental en la historia de la Nación.

Hace casi cien años cuando el país celebró el primer centenario de la Independencia, el gobierno convocó a un concurso para elegir un relato oficial que contara la historia de Colombia.

Los ganadores fueron los abogados Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, quienes redactaron el libro que fue, por muchos años, el texto oficial para la enseñanza de la historia en los colegios.

La historia oficial que se desprendió de este tipo de relatos, ha sido anecdótica, romántica, centrada en héroes, unívoca, escrita por hombres blancos “estudiados” y cuyos protagonistas eran esos mismos hombres blancos educados y ricos.

Además de estas consideraciones, la coordinación del proyecto para conmemorar estos acontecimientos en el Ministerio de Educación Nacional señala que aparte de las críticas que se le puedan hacer hoy a la historia oficial, es esencial situar textos como los de Henao y Arrubla en su propio contexto, porque al hacerlo, comprendemos a importancia de la tarea que tenemos ahora. Es decir, ese relato plasmó las necesidades de un país que recién salía de la Guerra de los Mil Días y debía posicionar la Constitución Nacional de 1886.

La pregunta pertinente, casi un siglo más tarde de Henao y Arrubla, es la siguiente: ¿Cómo debe ser esa historia e historias que nos representarán como el país que somos ahora y que, a la luz de los principios de la Constitución de 1991, debemos construir? Porque hoy estamos en condiciones de crear una historia donde todos quepamos. Si queremos la convivencia pacífica, si queremos la participación, si queremos la valoración desde la diferencia, tenemos que ver cómo es que podemos empezar a crear una historia donde todos tengamos cabida.

Para el efecto, la citada cartera, creó el proyecto. “Historia Hoy: Aprendiendo con el Bicentenario de la Independencia”, como una propuesta amplia, participativa y plural que encuentre en la celebración de los 200 años de la Emancipación, un argumento perfecto para estimular el desarrollo del pensamiento científico y para reflexionar sobre la manera como se está enseñando y aprendiendo ciencias sociales.

Más que una efeméride

Si bien la celebración del Bicentenario es un evento coyuntural, el proyecto va más allá y se articula a la Revolución Educativa y su proyecto de mejoramiento de alta calidad, y en particular, al principio de que el desarrollo de las competencias básicas y ciudadanas está en el centro del quehacer educativo.

La elaboración de los Estándares Básicos de Competencias desde el año 2002, marca un punto de partida fundamental para cualquier reflexión en torno a la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias del hombre, entre ellas, la historia.

En particular los estándares en ciencias (tanto naturales como sociales), buscan que los estándares desarrollen habilidades científicas y las aptitudes requeridas para explorar fenómenos y para resolver problemas.

La noción de competencia propone no solo conocer, sino ser y saber hacer, usar el conocimiento en la realización de acciones, desempeños o productos (ya sean concretos o abstractos) de forma tal que el estudiante pueda ver que tan bien está comprendiendo lo que aprendió.

Lo anterior puede lograrse cuando los estudiantes se conviertan en investigadores activos y no simplemente en consumidores de una amplia información disponible, y sean ellos mismos, los historiadores de los nuevos capítulos que se escriban sobre el periodo Independentista.

Tradicionalmente se ha asociado la enseñanza de la historia con la necesidad de memorizar una cantidad de fechas, nombres, hazañas o datos. Sin embargo, con el enfoque procedimental que nos ofrecen los estándares, el aprendizaje de la historia se convierte en una búsqueda para desarrollar habilidades científicas, que a su vez, están centradas en devolver a los estudiantes el derecho de preguntar para aprender.