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    ¡Reaccionemos en defensa de lo nuestro!

    ÁLVARO ORLANDO GRIJALBA GÓMEZ

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    Definitivamente nuestra hermosa Villa pubenence, a pesar de todos los problemas que afronta, sigue siendo hermosa y vuelve a recuperar ese turismo que hace rato se había perdido, y que hoy podemos ver recorriendo sus calles, especialmente las del ultrajado sector histórico, por ese grafiterismo sicopático de quienes han creído que las blancas paredes de nuestra Ciudad, son el mejor escenario para su aberrante y oscura labor destructiva de la belleza de la blanca matrona de los colombianos, la hidalga y noble Popayán.

    Popayán sigue siendo grande e inmensa en la historia de la patria, sigue y seguirá siendo la inmortal procera de las ciudades de Colombia, y a pesar de todos los males que sobre ella se han cernido últimamente, no dejará de ser esa gran ciudad cuna que vio nacer a Caldas, Torres, Mosqueras, Arboledas, Albán, Obando, López, Valencia, Maya y tantos otros eximios patriotas, poetas, sacerdotes y presidentes.




    Pase lo que pase, y suceda lo que aquí sucede a diario, Popayán seguirá cada año viendo desfilar por sus calles de vaporosos faroles nocturnales, majestuosas y solemnes sus procesiones de la Semana Santa, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y sus universidades seguirán impartiendo educación para formar ciudadanos de bien para la patria.

    No me cansaré de repetirlo como lo he hecho a través de mis ya largos años como columnista de este querido nuestro Periódico, que Popayán siempre seguirá siendo la inmensa y grande, capaz de albergar como lo ha venido haciendo durante toda su historia, la inmigración de tantos y tan buenos ciudadanos que la convirtieron en su hogar, y forman parte integral de ésta nuestra Ciudad, hoy la Ciudad de todos y para todos.

    Pero igualmente todos, absolutamente todos, tenemos la obligatoriedad de ayudar a defenderla de quienes aprovechándose de sus bondades, y las debilidades de la autoridad y su permisividad, su no importismo o su incapacidad, han dejado que sus grandes valores sean menospreciados, que su belleza arquitectónica sea destruida, que su paisajismo se vea asediado por las construcciones irregulares, que sus parques y sus calles se hayan convertido en mercados persas sin control alguno, que la inseguridad, el raterismo, el sicariato, los atracos, los hurtos y robos se hayan apoderado de nuestra Ciudad.




    Infortunadamente hoy vemos a nuestra Ciudad amada, asediada por todos estos males que se están volviendo endémicos, y estamos en mora de reaccionar para que todos unidos en un solo haz de voluntades de quienes habitamos este hermoso terruño, asumamos posiciones de defensa de lo que a todos nos pertenece y debemos salvaguardar para nosotros mismos y nuestros hijos.

    Hoy los cerros tutelares son asediados, atropellados y destruidos implacablemente por las invasiones y las quemas para deforestarlos y apoderarse de sus faldas, laderas, cimas y construir cambuchos y tugurios como los que ya se ven en ellos, al igual que en la emblemática Colina de Belén.

    ¿Qué están haciendo las autoridades departamentales, municipales y ambientales frente a este delito, a esta ilegalidad, a esta transgresión y violación que foráneos invasores cometen a diario contra el patrimonio de los payaneses?

    Aquí es donde deberán hacerse presentes las ías, Procuradurías, Fiscalías, Contralorías, para abrir  investigaciones y establecer responsabilidades, requerir acciones, tomar medidas, porque como todos los sabemos, se peca no solo por comisión, sino por omisión, y aquí se está pecando por ambas.

    De tiempo atrás lo hemos denunciado desde estas columnas, que si persisten estas “parables”, no “imparables” invasiones, en un muy poco lapso tendremos a nuestros Cerros Tutelares, las Tres Cruces, el Cerro de la M sus alrededores y la Colina de Belén, convertidos en siloés caleños, desgarrando y destrozando como lo están haciendo el bello verdor de la naturaleza, pulmón de Popayán,  y creando nuevos problemas sociales de todo orden a la Ciudad.




    ¿Qué están haciendo las autoridades para controlar el ascenso al sagrado Morro de Tulcán, sobre el cual se han abierto senderos que destruyen su belleza y la estructura misma de esta pequeña hermosa elevación, sitio de ancestritos  rituales y mirador de pubenences y patojos, monumento artificial que nos legaron nuestros antepasados, para fomentar en ese espectacular mirador del bello valle de Pubén y la Ciudad, un turismo controlado y organizado?

    Popayán ésta entrañable tierra, hoy de todos, está asediada por los invasores de sus cerros, los del espacio público, los atracadores y fleteros y otros muchos problemas más, pero ante todo por la indolencia de nosotros los mismos payaneses.

    ¡Reaccionemos en defensa de lo nuestro!