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    Programas, mayorías y legitimidad

    SEBASTIÁN SILVA IRAGORRI

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    Se ha dicho hasta la saciedad que la Democracia es el mejor sistema político de organización de un Estado. Hasta ahora no se ha inventado otro superior. En las democracias las decisiones colectivas se van tomando por la voluntad del pueblo expresada a través de los mecanismos de participación y en uso de su poder soberano. Esas decisiones democráticas producen legitimidad. Colombia ha sido en general muy respetuosa de la voluntad popular, salvo algunas excepciones, producto o resultado de las guerras o por abuso de poder como en el caso del desconocimiento del Plebiscito de 2016.

    Con esta introducción podemos decir, que cuando el pueblo elige, en elecciones válidas y democráticas a sus mandatarios, adopta igualmente sus programas de gobierno. Con esos programas elegidos mayoritariamente se gobierna hasta la siguiente elección. Los Gobernantes tienen la facultad, si desean, para aceptar algunas incorporaciones de tesis de sus oponentes al realizar coaliciones programáticas. Lo que sí nunca puede aceptarse es que los programas perdedores se impongan a través de la protesta, las marchas, el vandalismo o la destrucción. Aceptarlo sería marchitar la democracia o matarla definitivamente.




    Con motivo de los recientes sucesos surgen dos grandes verdades, una, es que no pueden los perdedores querer imponer su programa de gobierno a quien ganó las elecciones, y la otra, es que la oposición tiene todo el derecho de configurar su programa para aspirar en las siguientes elecciones a obtener el favor popular. Con esos 13 puntos, que han divulgado y que pretenden con arrogancia impositiva negociar ahora, pueden diseñar un programa de gobierno para las elecciones del año 2022.

    Escuché que algunos pedían reiniciar diálogos con el Eln sin condiciones, a lo cual el Gobierno ya respondió, puede haber diálogos, pero ese grupo insurgente deberá entregar antes a todos los secuestrados y cesar sus acciones criminales. Otros pedían que se acabara el Esmad, ante lo cual el Gobierno contestó, con argumentos técnicos, que estos escuadrones son indispensables, para que en momentos de motines o revueltas, el ciudadano sea protegido en su vida y sus bienes. Luego piden acabar con la discusión de la ley de crecimiento económico que está a punto de ser aprobada por el Congreso de la República. Exigen que se derogue el decreto que aprobó el Holding financiero estatal, que nada tiene que ver con las nóminas, pero si coloca a las entidades financieras del Estado en mejores condiciones para competir y optimizar el portafolio de sus acciones para beneficio general. El Holding debe seguir y el gobierno no dará marcha atrás. Exigen también que no haya reforma laboral ni pensional. Grave error, pues al contrario, urgen reformas concertadas en lo laboral y pensional para acabar inequidades, desigualdades e injusticias sociales. Lo que si extraña es que en ninguna parte exigen a Fecode a mejorar la calidad de la educación en lugar de andar organizando paros para sostener y mejorar privilegios.

    En conclusión, le aconsejo a la oposición respetar al Gobierno elegido democráticamente, considerar a quienes quieren trabajar y movilizarse libremente, aceptar que las mayorías de hoy tienen la legitimidad democrática y el derecho a gobernar con su programa. Lo que deben hacer es prepararse con sus 13 puntos a ser alternativa de Gobierno para el año 2022. Personalmente pienso que Colombia no se embarcará en esa opción, más populista que realista, más sectorial que integral, con más intereses personales que colectivos y con más visos de sistemas obsoletos, fracasados y corruptos de la historia y de la actualidad política mundial. Pero la democracia y la soberanía del pueblo tendrán la última palabra.

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