Comentarios recientes

    Archivos

    Categorías

    COVID-2019-INS-COLOMBIA
    Infogram

    Prever…

    EDUARDO NATES LÓPEZ

    [email protected]

    Este particular vocablo del español encierra uno de los significados más trascendentales de lo que pueda ser la misión de un ser humano. Su construcción literal indica por sí misma la acción que representa: nada menos que: “ver con anticipación”. Es casi como “adivinar”, a lo cual nadie está obligado; Pero a prever, sí. O por lo menos a tratar de acercarse a lo que posiblemente pueda suceder, más aún, mirándolo desde el punto de vista de la protección de la vida de la humanidad. Y, sin duda, es una de las funciones en la que los planificadores deben enfocarse con todo el rigor. Por supuesto, debería ser un rol absolutamente desligado de la “cuota política” y mucho más cerca de los aspectos científicos y técnicos. Lamentablemente, en las organizaciones sociales supuestamente civilizadas los encargados de esta función han ido perdiendo su enfoque y no se interesan a profundidad por lo verdaderamente útil, importante y, peor aún, por lo potencialmente desastroso. La realidad muestra que solo comenzamos a analizar en serio los riesgos después de que una tragedia nos enrostra sus estragos.

    En Colombia, por ejemplo, fue el terremoto de Popayán, en marzo de 1983, con una cifra de más o menos 300 muertos (que hubiera podido ser inmensamente mayor) y la destrucción física de valiosas construcciones históricas, lo que motivó la expedición de un código de construcción civil que exigiera unas mínimas especificaciones sismorresistentes, el cual se elevó a norma legal nacional de obligatorio cumplimiento y comenzó a aplicarse como condición sin la cual no habría licencia de construcción.

    En la avalancha del río Páez, el 6 de junio de 1994, por la dolorosa pérdida de bastante más de 1.500 vidas -cifra imprecisable por las numerosas desapariciones- fue que se hizo algo de conciencia (aunque no mucho, porque todavía en las afueras de los centros urbanos grandes y pequeños la autoridad no lo impide) sobre el inmenso riesgo de permitir construcciones en las orillas de los ríos. No hay aún una verdadera política nacional que se dedique a revisar esta situación y por eso en cada invierno desaparecen vidas, cultivos viviendas, animales etc. y a los pocos días de amainar el invierno, ya se ven de nuevo florecer las construcciones y las siembras… hasta la próxima tragedia.

    Obviamente, he repasado este par de tragedias -que conocí de cerca-, pensando en lo que hoy nos está ocurriendo a nivel mundial. Y por supuesto que no pretendo adjudicarle la culpa del coronavirus -COVID 19- a nadie (aunque no soy totalmente enemigo de la teoría de la conspiración). Tampoco quiero ser injusto u oportunista, en este momento en que la pandemia nos tiene encerrados y que nos cogió “con los pantalones abajo.” Pero quiero referirme a que, para el mundo entero, la presencia de epidemias de grandes proporciones no es desconocida. La SARS, el ébola, la AH1N1 y varias otras más, ya nos habían mostrado los dientes y las organizaciones mundiales pudieron prever que era posible algo más grande.

    Quedó demostrado que los dueños del planeta tierra son los microorganismos, muy superiores a los humanos. Aunque los hombres estemos llegando a Marte, ellos nos tienen acorralados en nuestras casas.

    Como no tengo derecho a criticar los sistemas de salud de China o Estados Unidos, sí puedo pensar críticamente sobre la concepción general del sistema de salud en Colombia, que es responsabilidad gubernamental. Por supuesto los investigadores nacionales, con base en los avances mundiales han podido prever o aproximarse virtualmente a una crisis como esta y advertir a los gobiernos de turno y los administradores de la salud pública, de la vergonzosa precariedad de los hospitales y puestos de salud del país. (O a lo mejor lo han hecho, pero las prioridades de los políticos son otras…)

    Si esto ocurre en los llamados países desarrollados, los que vamos en la cola no podemos esperar que ocurra un milagro instantáneo. Por ejemplo, en Popayán no creo que haya hoy más de setenta camas de cuidados intensivos y posiblemente el número de respiradores mecánicos no supera el centenar.

    Nos toca aprender, con humildad, mirando hacia adentro de nosotros y de nuestra organización como sociedad, muchas cosas que nos está enseñando el microorganismo…

    loading…